La paz del corazón
Y de entre tantos matices y modos con los cuales vivimos la Navidad, según la inevitable impronta de cada cual, queremos comentar una actitud o un ejercicio si se quiere, que puede ayudarnos a profundizar en este gran misterio del Dios que se hace hombre o de lo sagrado irrumpiendo en la historia de un modo tan particular, como fue y es la encarnación del Verbo.
La mayoría estaremos rodeados de gente que queremos, de la familia, de esos tan entrañables que son casi como nosotros mismos y también nos hallaremos en circunstancias diversas, en escenarios gratos o difíciles, en esas muy distintas situaciones por las que nos hace atravesar la vida.
Allí, en esos momentos del compartir, muchas veces agitados o ruidosos o con mucha gente y cosas por hacer, atendamos a la mirada de los demás. Simple y calladamente llevar nuestra atención a los ojos de esos seres queridos y en esa mirada busquemos ver aquello que los anima, eso que está detrás y bien al fondo de los ojos. Hemos de mirar más allá de lo que sabemos de la vida de tal o cual o de sus formas de pensar o hacer, podemos ir más lejos, volemos por encima de lo accesorio para vislumbrar esa esencia espiritual profunda que vive en el otro siempre y que es su vida real.
Si intencionadamente miramos al otro de veras, advertiremos el surgimiento de una especie de silencio, de pronto una calma especial pareciera envolvernos junto a esa persona. Aparece una calidez que no deriva de los gustos o disgustos o de los acuerdos y desacuerdos que podamos tener con aquel que observamos. Nace una cierta comunión indefinible que nos unifica como hijos del mismo Padre. Reconoceremos tal vez a Cristo en el otro queriendo nacer y hacerse luz para el mundo.
¿Desde donde miro al prójimo? ¿Desde mi periferia o desde mi centro? Si hago esto último puede que llegue al otro un efluvio de la verdad que me habita. Y desde esa calidez sin juicios ni prejuicios, desde esa aceptación cariñosa de la existencia del otro, puedo dar el regalo de la atención, de la verdadera atención. Es como si le dijéramos en silencio: «aquí estoy ante ti, te miro y te escucho de veras, existes en verdad para mí y me importas».
Cristo nace en todas partes, en la casa de los ricos y de los pobres, de los alegres y de los atribulados, de los violentos y de los pacíficos; no hay nada que pueda impedir su paciente surgimiento en el alma de los hombres. ¡Que la atención amorosa al momento presente nos permita vivir la navidad en el corazón!
La imagen fue extraída de pinterest
En esta navidad nos queda agradecer. Agradecer a Dios por habernos encontrado y agradecernos unos a otros el haber compartido tantos momentos. Nos hemos dado, nos hemos abierto y nos hemos acogido mutuamente. Sin querer nos hemos querido y nos damos compañía y amistad. ¿Qué más se puede pedir? Pues, que crezca robusta y profunda la paz del corazón, ese Cristo que todo llevamos dentro y que quiere inundar nuestra vida cotidiana. ¡Feliz navidad para todos invocando el Santo Nombre de Jesús!
Enlaces para hoy:
The Chosen (Serie actual sobre la vida de Jesús)
La estrella de Belén (Película animada sobre la navidad)
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Gracias Mario por centrarnos de manera tan sencilla en medio de las bulliciosas Fiestas familiares que suelen darse en este tiempo.
Quería aportar algo a nivel de conciencia del misterio de la Encarnación. Teilhard de Chardin puntualiza sin rodeos que con la Encarnación, el abismo entre sagrado y profano desaparece: TODO ES SAGRADO. Dios experimenta todo el devenir de un feto en el seno de su mamá: recibe los alimentos y oxigeno de la sangre de María, el movimiento, la voz de su mamá, las tensiones, las horas de trabajo, la paz de su descanso. Luego el desapego primero en su nacimiento, la primera bocanada de aire, la bisofera que es donde se ha desarrollado la vida en el planeta entra y sale de sus pequeños pulmones, la calidez y seguridad mientras amamanta. Todo lo que pasa por Jesús es ungido con el óleo de la alegría, todo lo que vibra y estimula sus sentidos va siendo reparado. Si lo transportamos luego a toda su «vida oculta» de la cual no sabemos nada, es nada más y nada menos que la vida de un niño y joven común y silvestre: TODO ES SANTIFICADO: cada mandado, cada enseñanza recibida, cada juego, cada descanso, cada ordenar la casa, cada desayuno y comida , cada diálogo, por más intrascendente que sea, una y otra vez. Sin espectacularidades, sin manifestaciones: EL MILAGRO ES ÉL MISMO CON NOSOTROS. Una luz se hizo presente en la oscuridad de aquel tiempo y para todos los tiempos. Solo un velo perforado por la Paz en el Corazón nos separa de ella para transformarnos también a nosotros en Luz, como la del Niño que nos ha nacido y recordamos con cariño en estas Fiestas.
Muchas gracias por vuestras reflexiones, son verdadero alimento espiritual.
Bendita atención.
Feliz Navidad a todos!!
Que alegría Garri que sirvan los posts. Un abrazo, Cristo te cuide.
Muy bella y sencilla reflexión! Muchas gracias y Gozosa y compartida Navidad!
Gracias Angélica! un abrazo fraterno invocando el Santo Nombre!
Muchas gracias ojalá seamos capaces de impregnar estas palabras y acoplarlas en nuestra mente y realizarlas… esos ojos y ese corazón… pues lo intentaremos releyéndolo una y otra vez
Feliz nacimiento de nuestro Cristo niño
Así es María José! Que se nos conceda la gracia de ver con los sentidos espirituales..! Un fuerte abrazo hermana!