Clase 31°- Macario, El Egipcio

Aquí el texto escaneado de Macario, en el volumen tercero de Filocalía

Lectura literal del texto de Macario compilado en FIlocalía

7 Comments on “Clase 31°- Macario, El Egipcio

  1. MACARIO, EL EGIPCIO

    Dios nos da la gracia según el grado de nuestra entrega.

    Es la actitud propia de un Dios que es en suma delicado, suave, “todo un caballero”, no se impone, no invade, aun cuando es Él, el dueño de nuestra vida, nos “tiene en cuenta” en sus planes a fin de no forzar y violar nuestra libertad.

    Ejemplo hermoso y sublime el de la Santísima Virgen María, Él toma la iniciativa pero es Ella la que debe responder, decidir, algo tan incomprensible, todo un Dios que no se impone a sus Criaturas y que al vernos dispuestos a obedecer, abiertos a su gracia es suficiente para inundarnos, cubrirnos, dejarnos bajo su sombra.

    Es un Dios ansioso de darse por entero, de manifestarse, pero impotente ante nuestra desidia y miopía espiritual que nos impide estar abiertos a su gracia, recibirla implica hacernos recipientes de su divino Espíritu.

    Es necesario estar atentos a la parte del alma que comprende, discierne y dirige la conducta y para que esta parte del alma esté despierta tenemos que alimentar el alma, usando otra expresión podríamos decir interesarnos por ella, darnos cuenta que es más importante que el cuerpo y es necesario vivificarla cuidando de aquello que desde fuera “entra en nosotros”, pensamientos, impresiones, percepciones, recuerdos, cuanto pudiera en modo alguno alejarnos de Dios, desecharlo como veneno, nuestro único interés y deseo ha de ser la unión con Dios, a ejemplo de nuestro Señor Jesucristo: “Mi único alimento es hacer la voluntad del Padre”. (Jn 4,34)

    De ahí que nuestra entrega esté bien cimentada, arraigada en el amor de Dios, una entrega que queda manifiesta en la sobriedad que usemos con nuestro cuerpo, solo lo necesario para vivir y no lo que toca más al placer que a la necesidad, movidos por la confianza que deja de lado toda vana preocupación, con el contento de los hijos de Dios, “Él sabe que necesitáis de todo eso” (Mt 6,32) “teniendo con qué comer y con qué vestiros, estad contentos con eso”, (1 Tim 6,8) es la confianza que me lanza a los brazos de mi Padre y allí el abandono amoroso es la consecuencia de mi filial entrega, un reencontrar mi naturaleza original donde me descubro espíritu, hijo de Dios, amados y enamorados, sin embargo tal experiencia solo se tiene si nuestros sentidos espirituales se abren, despiertan, se iluminan, mediante la sinergia, como lo hicieron santos, su buena disposición y la gracia.

    Ahora no tengo ya ningún deseo, a no ser el de amar a Jesús con locura (…) Tampoco deseo ya ni el sufrimiento ni la muerte, aunque sigo amándolos a los dos.. (…) Ahora sólo me guía el abandono, ¡no tengo ya otra brújula…! Desde niña me encantaban estas palabras de Job: «Aunque Dios me matara, seguiría esperando en Él». Pero he tardado mucho tiempo en llegar a este grado de abandono. Ahora ya estoy en él: Dios me ha introducido en él, me ha tomado en brazos y me ha instalado en él… ( Santa Teresa de Lisieux)

    El alma quiere a su Dios a toda costa. Si hay que abandonarlo todo, lo abandonará todo; si perderlo todo, lo perderá todo. Dejará su manto, que después de todo no es de ella, en las manos de quienes quieran retenerla. Renunciará sin dolor a sus maneras propias de sentir, de pensar y de querer, como a un equipaje pesado y molesto. No pedirá ningún goce a nada. No pensará ya en ninguna cosa del mundo. No volverá a utilizar las ideas, sin duda justas, pero deficientísimas, que se hacía de su Dios. Se contentará con la fe. Y ya no querrá aquí abajo nada más, sino a Él y sólo a Él. (Robert de Langeac)

    Estos ejemplos nos dan a entender lo que es el amor y la verdadera fe, solo se da en el corazón, el calor del fuego divino se abraza en el interior en un alma enamorada.

    Nosotros no nos enamoramos de Dios, nosotros amamos más al mundo, cosas, personas que a Dios y ¿por qué no amamos a Dios? Porque no lo conocemos ¿Y por qué no lo conocemos? Porque no tenemos trato frecuente con Él ¿Y por qué no tenemos trato frecuente con Dios? Porque no lo percibimos y no lo percibimos porque estamos entregados a la materia. Nuestros sentidos espirituales están oscurecidos. Es necesario despertarnos mediante la sinergia, entre el esfuerzo y la gracia.

  2. Estimado H.Mario: Decir GRACIAS me parece pobre.
    La clase ha sido excelente y otros muchos adjetivos. Pero sobre todo clara, sin poner «tiritas» sobre los problemas. La claridad ilumina zonas oscuras de la vida y esto es sólo motivo de gratitud a Dios por su DON.
    Me alargaría demasiado si comentase todo lo que me ha llegado al corazón, que el resto se lo diga Dios en el silencio.
    Me uno a su invocación final.
    Dios le pague hermano.
    Unidos en la Invocación del Santo Nombre

  3. Hermano Mario, muy bueno el autor.

    Me ha gustado la idea de que no se puede cuidar de dos plantas a la vez si son contrarias y a veces queremos darnos el gusto por un lado y por el otro ser amantes de Dios. El amor de uno al final arruinará al otro y el problema en el mundo en que vivimos es que la catequesis del mundo es 24 horas y 7 días a la semana, y con media hora de misa o un rato de lectura espiritual pensamos que podemos contener la catequesis del placer, poseer, prestigio y poder del mundo. Qué difícil.
    En los campamentos me decían, actúa como piensas o acabarás pensando como actúas.

    Y por otro lado efectivamente hay varias conversiones y solo una es verdadera. La conversión racional, que es la que comentas de la mente, del que ve que la fe y la Biblia así como Dios racionalmente tiene mucho valor, pero luego no actúa en consecuencia o no se da cuenta de que el corazón está en otro sitio.
    La conversión cultural del que se dice cristiano por vivir en una familia o país cristiano, pero sin cultivar la fe. Y la conversión del corazón que es la única verdadera.

    El problema que veo yo es que a la verdadera conversión solo se llega cambiando cosas externas. Es decir, dejando de ver la TV, viviendo una vida sobria, incluso en cierta pobreza material, etc. Querer tocar las campanas y estar en misa es incompatible como decir aquí. Por tanto la conversión provoca cambios que a veces no estamos dispuestos a pagar o a tener.

    Hay que pedir mucho la gracia de Dios y colaborar con la libertad nuestra aceptando estas gracias y nuestra vida será distinta.

    Abrazos.

    • Hola Sergio. Mucha miga tiene tu comentario. Respecto de la última parte, creo que el tema es que el cambio externo derive de una comprensión de la raíz de la conducta en mí. Sino lo que me ocurre es que reprimo la conducta y luego se me viene el «rebote» también conductual. Esto claro, no quiere decir que uno deba «liberar» su propio comportamiento en tanto no comprenda los impedimentos. Pero es buen tema para seguir tocando en los vídeos. Se presta a confusión y matices. Y con toda la primera parte de tu comentario sin duda es de mucha utilidad y aporta riqueza. Se sale por tus poros el Jesuita que hay en ti hermano! Un abrazo en Cristo Jesús.

  4. Muy interesante el autor, por ese hincapié que hace en el criterio del corazón, a la hora de discernir y el no plantar cosas contradictorias en él para no caer en la aridez o en una espiritualidad mental así como el estar alegres con independencia de lo que ocurre a nuestro alrededor para una oración pura.
    Todo ello, nos permite purificar y santificar nuestro corazón que es en definitiva lo que Dios quiere.
    Pidamos pues esa limpieza, esa purificación y vaciamiento que nos lleva a tener un corazón capaz de amar a Dios y al prójimo como a nosotros mismos. Buena lección.

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