La paz del corazón
Descubrir a Dios como el amor en mí.
Al advertir la belleza, siento en mí una gran atracción hacia todas las manifestaciones que me la evidencian. Sin embargo descubro la fugacidad de los fenómenos. Todo cambia, la flor se marchita, los cuerpos envejecen, los logros se olvidan, todo parece finito y mortal en la creación. Entonces me vuelvo hacia mi mismo y veo que lo que hace bellas las cosas es el amor que deposito en ellas. La única belleza perdurable es el amor en mí y esa es la mas clara manifestación de Dios. Dios vive en mí todo el tiempo y se manifiesta como amor puro con objeto o sin objeto.
“¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, qué tarde te amé! Tú estabas dentro de mí, y yo estaba fuera, y por fuera te buscaba, y deforme como era, me lanzaba sobre las cosas hermosas creadas por Ti. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Me retenían lejos de Ti todas las cosas que, si no existieran en Ti, nada serían. Pero Tú me llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera. Brillaste y resplandeciste, y pusiste en fuga mi ceguera. Exhalaste tu perfume, y respiré, y suspiro por Ti. Gusté de Ti, y siento hambre y sed. Me tocaste, y ardo en deseos de tu paz.” San Agustín (Confesiones 10, 26, 37)
Síntesis de lo dicho en los videos
La apertura de los sentidos espirituales necesita el fuego de nuestro deseo de unión con Dios, un fuerte anhelo de sentirlo en nuestra vida, no como concepto o idea sino como Presencia en el corazón. Esto para manifestarse necesita un momento de oración intensa luego del cual nos disponemos hacia las diferentes situaciones y escenas donde nos va llevando el día, tratando de ver con el corazón.
Es importante para esto también, ser conscientes de que todo lo tenemos de prestado. Los bienes materiales, nuestro cuerpo y facultades, las personas y toda nuestra vida no resulta de algo hecho por nosotros sino que son puro don, un préstamo de Dios con un fin determinado. Atiendo a mi pequeñez y a la Providencia actuante en todo.
Al advertir la belleza, siento una gran atracción hacia todas las manifestaciones de la Creación. Sin embargo, al tiempo que experimento la fugacidad de los fenómenos, me doy cuenta de los diferentes modos en que los demás viven los mismos hechos y situaciones. Entonces me vuelvo hacia mi mismo y descubro que lo que hace bellas las cosas es el amor que deposito en ellas. La única belleza real y perdurable es el amor en mí y esa es la más clara manifestación de Dios. Dios vive en mi interior todo el tiempo y se manifiesta como amor puro independiente de cualquier objeto o circunstancia.
Texto del día
Ejercitación práctica del día
Nuestra forma de oración continua o frecuente sigue en el trasfondo de nuestra atención. Durante todo el día atendamos a la percepción pero tratando de ver más con el corazón que con los sentidos físicos. Atiendo al significado que suelo intuir en ocasiones ante determinadas escenas que voy presenciando. Nuestra atención no debe tanto focalizarse en fenómenos particulares como hacíamos ayer, sino de modo más amplio y global en la escena general presenciada, como si viéramos desde un poco más atrás y desde arriba lo que ocurre, incluyendo nuestra persona como parte de la situación.
Para realizar en un rato tranquilo
Antes de empezar puede ser útil relajar el cuerpo, respirar suave y profundo hasta tranquilizar la mente y realizar una oración que nos resulte entrañable y muy querida. Contestar para nosotros mismos estas preguntas. (Tomar nota puede ayudar).
¿Cuándo diría que he sentido la Presencia de Dios fuertemente en mi vida? (Evocar con calma y recordar tan solo unos pocos momentos biográficos, donde sin duda nos hemos sentido envueltos en esa inefable cercanía). ¿Qué me lleva a decir que entonces sentí la divina Presencia? ¿Qué atributos o características hicieron aquella vivencia tan significativa? Permitir que estas evocaciones nos empapen el corazón con el rastro de la gracia que pervive en ellas.
Un abrazo fraterno en Cristo Jesús.
Hoy escuché este segundo día y simplemente me vino a la cabeza un santo al que tengo mucha devoción y fue San Francisco Javier, que predicó en España, Portugal, La India, Japón y murió a las puertas de China.
Y de él se comentaba algo que nunca he pensado como hoy y es que en ciertos momentos tenía sensación o era realidad que “le ardía el corazón” por amor a Dios. Hoy meditando este día, veo que quizá tenía interiorizada en él su propia Oración de Jesús continua y eso hacía que tuviera esas experiencias físicas fuertes. Por eso se le representa a menudo con fuego saliendo del corazón.
En fin solo una reflexión que me ha venido hoy a la cabeza.
Sus cartas son testimonio de su gran amor por Jesucristo. Saludos hermanos.
Hola Sergio! Claro sí, es muy posible. Ese fuego tan necesario… Envíanos las cartas si las tienes hermano asi las publicamos por los blogs. Un abrazo fraterno invocando a Cristo Jesús.
Hola Hermano Mario,
Te envío por este medio un link a todas las obras de San Francisco Javier, además es el libro que tengo.https://www.mercaba.org/ARTICULOS/C/Zubillaga,%20felix%20-%20cartas%20y%20escritos%20de%20san%20francisco%20javier.pdf
Un saludo.
Gracias enormes por estas charlas! Desde el primer momento, ayer, me he sentido «arrastrada» hacia Dios. Una maravilla!, sencillamente, que sigo con todo el interés de todo mi ser. Interesantísimo y super bien expuesto. Gracias, Gracias, Gracias!!
Pepa, ha sido una alegría conocerte y te agradecemos lo que has aportado en las reuniones virtuales y comentarios. Un abrazo fraterno en Cristo Jesús y seguimos en contacto.