La paz del corazón
Cuando el intelecto, por el amor hacia Dios, sale de sí mismo, no percibe las cosas existentes. En efecto, iluminado por la divina luz infinita, se vuelve insensible a todas las cosas hechas por ella, como el ojo respecto de las estrellas, cuando sale el Sol.
Quién ama a Dios no puede no amar a cada hombre como a sí mismo, aunque se moleste por las pasiones de los que aún no han sido purificados. Precisamente por esto, goza de alegría sin límite e inefable cuando se corrigen.
Bienaventurado el hombre que no se aferra a ninguna cosa corruptible o pasajera. Bienaventurado el intelecto que ha sobrepasado todas las cosas existentes y goza continuamente de la divina belleza.
Párrafos 10, 13, 18 y 19 de «Sobre la Caridad» – Primera centuria –
Máximo El Confesor, Volumen segundo, pags. 54 y 55 de editorial Lumen Argentina – 2003.
Estimadas/os hermanas/os: Me voy a tomar el sábado para seguir preparando la 2° clase sobre Máximo, el Confesor, (Clase 25° del curso) que me ha ofrecido una complejidad extra a la hora de decidir los temas a tratar y la profundidad de los mismos. Así es que os estaré publicando las clases de Filocalía y Fenomenología recién en las primeras horas del domingo 9 de Agosto. Esperamos que la demora sea compensada con una mejor presentación de los contenidos de la clase de este excepcional autor. Un saludo fraterno para todos.
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