La contemplación es accesible a cualquier persona


Conviene disipar el equívoco generalizado que hace de la práctica contemplativa una actividad exclusiva de monjes que viven retirados, o de élites formadas en torno a los monasterios y seminarios. Ciertamente, no se trata de una actividad intelectual que requiera de cierto nivel cultural. Por el contrario, ya los propios contemplativos previenen, por inútil, contra el acercamiento meramente intelectual o mental a la contemplación; “Ruégote que no juzgues ni juegues de entendimiento hasta que lo hayas experimentado, que estoy cierto que con la luz de la experiencia quedarás tan desengañado y aficionado al ejercicio, que le darás el alma, que será dársela a Dios”.

Por el contrario, la contemplación, en cuanto impulso o anhelo del alma, está presente en toda persona y sus beneficios son accesibles con independencia de la actividad o labor que desempeñe. A comienzos del siglo XVII Antonio de Rojas afirmaba de la práctica contemplativa que “suele saber más un pastor pascual y una viejecita que hombres muy doctos, que no tienen experiencia”. Según San Juan de Ávila, siendo la contemplación “negocio de gracia, El lo da a quien le parece, sin diferencia de lugar ni de personas; y ansí da aliquando en la plaza lo que niega en la celda, y al jornalero a veces lo que no al monje”.

Por ser la contemplación amor, más que conocimiento, puede llegar a este estado toda persona “Aunque sea un labrador o una simple vejezuela, puede ser en aquesta alta sabiduría prestamente levantado en gran discípulo, según que pluguiere a Dios darle de aquella sabiduría en grande cuantidad o en pequeña, según la preparación que cada uno hiciere, casi no se apareja, ni hace lo que es en sí, nunca vendrá a esta sabiduría”.

A estos efectos, la ciencia adquirida mediante las lecturas o el estudio puede ayudar mucho a los que “desean venir a la altura de la contemplación”; pero a menudo se convierte en un serio obstáculo, “no por razón de sí misma, más por ocasión del hinchamiento que de ella viene”. La contemplación “mejor se alcanza por buena y simple humildad que por gran literatura”. Resulta “imposible a la verdadera contemplaçión venir por otro camino, salvo por el camino de la humildad”; por eso “a muchos letrados ninguna cosa así les cerró el camino de venir a ella como no se humillar” (Filocalia, vol. I, Marcos el asceta, 86312).

«Historia de los métodos de contemplación no-dual», de Javier Alvarado (págs.291-293)

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