La paz del corazón
¿Cómo es posible encontrar la paz del corazón? ¿Cómo se puede permanecer quieto interiormente, en atento sosiego, si las situaciones muchas veces son muy diferentes de nuestros deseos?
Te daré un ejemplo grueso me dijo, con algo de euforia contenida: imagínate teniendo un capital ilimitado, cientos de miles de miles de millones de dólares, podrías enfrentar los gastos que vengan sin ninguna preocupación, digamos así, imperturbable. Sabrías que no te afecta, que no te disminuye la riqueza. Si tienes a Dios en ti eres más rico que eso. Todo lo que es finito, puede acabarse, todo lo que es pasible de ser quitado requiere de ser asegurado. A Dios nada ni nadie te lo puede quitar, a tu ser profundo tampoco; el fondo del alma es inviolable. Nada agita las aguas del ser. El asunto es vivir desde ahí, desde el verdadero tú.
A mí lo que me convencía, era ver que él realmente vivía así y que cuando hablaba sobre estas cosas, cada palabra me golpeaba el pecho de emoción, como si fueran una sustancia que me tocaba literalmente en el corazón. Estábamos, como ahora, en plena cuaresma y aprovechaba eso para insistir. El acceso a la ermita interior se da fácil cuando has atravesado el desierto. ¿Y qué implica el desierto? Abandonar las seguridades, los espejismos, las vanidades. Dios está ahí nomás, detrás del muro de tonterías en las que vives.
¡Que regocijo escucharlo! Nadie me trataba nunca con esa brutalidad cariñosa. La mente no sabía si ofenderse, pero yo mismo me alegraba y me dejaba golpear por su implacable ternura. Cuando dejes los miedos a un lado, las mentiras que te dices a un costado y patees lejos la tibieza, ya estarás donde quieres. ¡Así podré descansar! me decía y se reía. Redacto lo más literal posible aquellos recuerdos cargados de consciencia que puedo evocar sin dificultad.
¿Cómo, cómo, cómo? Yo siempre me enroscaba en los procedimientos, como si se tratara tan solo de tocar botones en un tablero. Dándome el gusto dijo algo muy parecido a esto: a la divagación la quitas yendo a la percepción, luego a la percepción le agregas oración. Mas tarde, la percepción va hacia el fondo y a la oración le vas poniendo gotas de silencio. Más temprano que tarde el silencio se hace protagonista. Es como unos ojos siempre abiertos, húmedos de maravilla, tranquilos y atentos…«