Sobre el martirio

"Ámense los unos a los otros, como yo los he amado".

Fragmentos

…Y ése es, precisamente, el significado de la palabra mártir: testigo, que afirma un testimonio de máxima certeza, dando su propia vida por aquello que afirma. La palabra misma, con toda la fuerza de su significación, no se halla antes del cristianismo; tampoco en el Antiguo Testamento. Es preciso llegar a Jesucristo para encontrar el pensamiento, la voluntad declarada de hacer de los hombres testigos y como fiadores de una religión. (1)

En el documento central, en concreto en la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, donde el Concilio Vaticano II «intenta exponer con precisión a sus fieles y a todo el mundo su naturaleza y misión universal» (2), declara también el papel del martirio en la Iglesia.

En el capitulo V, «La vocación universal a la santidad en la Iglesia» (3), leemos: «Jesús, el Hijo de Dios, mostró su amor dando su vida por nosotros. Por eso, nadie tiene mayor amor que el que da su vida por Él y por sus hermanos (4). Algunos cristianos, pues, ya desde el primer momento fueron llamados, y estarán llamados siempre los cristianos a dar este máximo testimonio de amor delante de todos, sobre todo de los perseguidores.

Por el martirio, el discípulo se hace semejante a su Maestro, que aceptó libremente la muerte para la salvación del mundo, y se identifica con Él derramando su sangre. Por eso la Iglesia considera siempre el martirio como el don por excelencia y como la prueba suprema del amor. Aunque se conceda a pocos,todos, sin embargo, deben estar dispuestos a confesar a Cristo ante los   hombres y a seguirlo en el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca le faltan a la Iglesia» (4)

«Esta es la ley del martirio. El cristiano no debe exponerse a persecución sin necesidad, en primer lugar para no dar a los perseguidores la oportunidad de cometer un crimen, y luego porque un cristiano debe tener en cuenta su propia debilidad. Sin embargo, cuando nos encontremos cara a cara con la lucha no debemos dar la espalda. Sería demasiado frívolo hacerse víctima por sí mismo, y, al contrario, sería pusilánime rechazar el don del mart i r i o » (6).

«La Iglesia propone el ejemplo de numerosos santos y santas, hombres y mujeres, que prefirieron la muerte antes que cometer un solo pecado mortal: traicionar el secreto de confesión o fornicar. Elevándolos al honor de los altares, la Iglesia ha canonizado su testimonio y declaró verdadero su juicio, según el cual el amor implica obligatoriamente el respeto de sus mandamientos, incluso en las circunstancias más graves, y el rechazo de traicionarlos, aunque fuera con la intención de salvar la propia vida» (7)

LaIglesia vive esta verdad también en el martirio, ofrenda de los mártires. Realmente la Iglesia vive esa verdad en todos sus fieles, en los que llevan su cruz tras Jesucristo cada día, en los que llevan estigmas de Jesús escondidos en lo cotidiano.

Por esto, la crucifixión de la Iglesia se repite constantemente hasta el fin del mundo. El signo visible y el testimonio firme de esta realidad de la Iglesia es el constante martirio »(8)

En el Evangelio según san Mateo leemos: «Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros» .

Según E. Peterson, hay que subrayar este aspecto del martirio porque con frecuencia no se perciben las palabras del mártir desde esta óptica. Sin embargo, la Iglesia reconoce que en las palabras soy cristiano, pronunciadas por un mártir ante sus perseguidores, se encuentra la profundidad del Espíritu Santo. (10)

P. Cherubin Kozik – Mártir Camaldulense

P. Alojzy Maciej Poprawa – Mártir Camaldulense


Textos útiles sobre el Martirio:

El martirio y la Iglesia

Diez lecciones sobre el martirio

Catequesis sobre el martirio de Santiago el menor

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Notas:

(1) Diez lecciones sobre el martirio – Paul Allard

(2) Lumen Gentium 1
(3) Lumen Gentim 39-42
(4) 1 Jn 3, 16; Jn 15, 13
(5) Lumen Gentium, 42
(6) San Gregorio Nacianceno – Oratio XLIII
(7) Veritatis Splendor – 91 d
(8) Quaestiones disputatae –  2 –  Freiburg- Basel-Wien 1961
(9) Mt 10, 19-20
(10) El martirio y la Iglesia – Adam Kubis

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