El lugar secreto

"Orar en lo secreto".

«Orad en todo momento» (1 Tes. 5, 17), insiste San Pablo, porque la oración es la fuente y al mismo tiempo, la forma más íntima de nuestra vida.

«Entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto» (Mt. 6,6), quiere decir entrar en uno mismo y hacer ahí un santuario; el «lugar secreto» es el corazón humano.

La vida de oración, su densidad, su profundidad, su ritmo, miden nuestra salud espiritual y nos revelan a nosotros mismos.

Jesús, «muy de madrugada, antes del amanecer, se levantó, salió, fue a un lugar solitario y ahí se puso a orar» (Mc. 1, 35). El «desierto», entre los ascetas, se considera algo interior y significa la concentración de un espíritu recogido y silencioso. 

En este nivel, en el que el hombre sabe callarse, se sitúa la verdadera oración y el ser resulta misteriosamente visitado.

Paul Claudel observa que el Verbo es el hijo adoptivo del silencio, porque San José recorre las páginas del evangelio sin pronunciar una sola palabra. Para oír la voz del Verbo es menester saber escuchar su silencio, aprenderlo por encima de todo.

La experiencia de los maestros es categórica: si no se sabe abrir en la vida un lugar para el recogimiento, para el silencio, es imposible llegar a un grado más elevado…

Este grado nos hace conscientes de que una parte de nuestro ser está sumergida en lo inmediato, se encuentra constantemente preocupada o dispersa, y que otra parte de nosotros la observa con admiración y compasión…

El agua que apaga la sed se destila en ese silencio que ofrece la perspectiva indispensable para comprenderse. El recogimiento abre el alma hacia lo alto, pero también hacia el otro. San Serafín lo señala admirablemente:

¿La vida contemplativa o la vida activa? , esta pregunta tiene algo de artificial; la cuestión no está ahí, la verdadera cuestión hace referencia al corazón, a su dimensión; es ese joyero inmenso del que habla Orígenes, capaz de contener a Dios y a todos los hombres y en este caso, dice San Serafín:

«Adquieres la paz interior y una multitud de hombres encontrarán su salvación junto a ti».

… Por esta razón, la poesía está más cerca de la verdad que la prosa y todavía más la oración… Pero, en un tiempo de inflación verbal que no hace más que agravar la soledad maligna, únicamente el hombre de la paz orante puede todavía hablar a los demás, mostrar la palabra convertida en rostro, el rostro convertido en presencia.

Su silencio hablará allí donde la predicación no funciona, su misterio permitirá atender a una revelación que se ha hecho próxima, accesible, e incluso cuando el que conoce el silencio habla, encuentra fácilmente el frescor virginal de toda palabra.

Lo esencial del estado de oración consiste precisamente en «estar ahí»: escuchar la presencia de otra persona, la de Cristo, también la de la persona con la que me encuentro, desde la que Cristo me interroga…

La oración perfecta busca la presencia de Cristo y la reconoce en todo ser humano. La única imagen de Cristo es el icono, pero ellas son innumerables, lo que quiere decir que todo rostro humano es también el icono de Cristo. La actitud orante lo descubre.

Extraído de «La edades de la vida espiritual» de Paul Evdokimov

Pags. 208/10 Ediciones «Sígueme» Salamanca 2003

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One Comment on “El lugar secreto

  1. La oración perfecta busca la presencia de Cristo y la reconoce en todo ser humano. Gracias el silencio nos ayuda a no perder la presencia de Dios , gracias por el video estimados hermanos , Dios sea con vosotros.

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