La paz del corazón
Dos textos un tanto contrapuestos nos ofrecen, sin embargo, la sabiduría del perdón: dejarse perdonar por Dios, por atreverse a pedirlo con humildad, e imitar la actitud divina en las mutuas relaciones, superando toda ofensa con la práctica del perdón mutuo.
El pueblo de la Antigua Alianza había idolatrado. Miró a los otros pueblos, tomó sus costumbres, se apartó del reconocimiento de Dios como su único Dios. Al desviarse del camino recto provocó su propia ruina. Deportado, Israel recordaba con nostalgia el templo, el culto y sus fiestas. Reconoció su culpa, dio pruebas de arrepentimiento y de manera providente, fue restaurada la suerte de la casa de David.
Nada es irremediable si se reconoce la culpa, se pide perdón y se está dispuesto a cambiar de vida. ¡Cómo se agradece el discurso bíblico en el que se ofrece la misericordia con generosidad a quienes la piden humildemente!
Si agrada conocer la revelación de la identidad divina, que mantiene su fidelidad y no se retracta de su palabra, sino que de muchas formas le hace ver a su pueblo la estabilidad de la alianza que ha sellado, también deberemos recordar el principio evangélico de perdonar a los que nos ofenden.
La medida del perdón es setenta veces siete, por no decir siempre. Tenemos en nuestra mano la posibilidad de construir nuestra paz interior, según la medida que usemos con los demás.
Punto de reflexión
En tus posibles infidelidades, ¿acudes humilde a Dios? ¿Te has sentido perdonado por Él? ¿Has prolongado el perdón recibido en tus relaciones con los que sientes adversos o deudores? Ya sabes que la medida que uses la usarán contigo.
Angel Moreno de Buenafuente
«Nada es irremediable si se reconoce la culpa, se pide perdón y se está dispuesto a cambiar de vida».
¿Y cuando quieres cambiar de vida y no puedes?¿Cuándo tu voluntad es débil y terminas nuevamente de rodillas pidiendo perdón entre lágrimas?
Dame tu gracia Señor; de la claridad y ser sensible a tu dimensión de Amor y Perdón para con mis deudores…
Hay mi Dios, que difícil es perdonar de Corazón.
Sin la ayuda tuya Señor es complicado. AYÚDAME
Ayúdame, para no defraudarte..
Sí. Hermano; hagamos penitencia y mucha, mucha, oración, recuerda que nuestro Señor dijo algo así como «lo que no puedas con tus fuerzas, lo haras con las mias»
¡SÍ!, no es nada fácil perdonar cuando el agravio es grande y múltiple. Y…¿cuantas veces perdonas TU, mi SEÑOR? ¿setenta veces siete?. ¿Podré contar las arenas del mar?. ¿No sera que? ¡ a cada pulsación de mi corazón se van agregado ceros al 70 x 7 ! ¡Oh! el inenarrable amor de DIOS que ama mas allá de toda dimensión. ¡Que sepamos amar SEÑOR! como tu quieres, ¡danos de Tu dimensión de Amar! Danos deese agua con la Samaritana.
Recuerdo en «El Don Juan» de Zorrilla, la belleza del perdon en el ultimo capitulo.
!Señor Jesús, hijo único de Dios ten compasión de mi que soy un pecador¡ ¿Cuantas veces he de perdonar a quien me ofende? Tu Señor me dices en tu Palabra que «setenta veces siete», para enseñarme que son múltiples las veces que debo perdonar a quien me hace el mal. No Señor, no son siete veces siete, ni setenta veces siete, ni cuatrocientas noventa veces las oportunidades que debo perdonar. Es siempre Señor. Es en toda oportunidad y en todo momento. Ayúdame Señor a perdonar todas las ofensas que se me hagan. Señor, no permitas que actúe como ese siervo malo a quien el rey perdonó una alta suma de dinero y no quiso perdonar a su deudor esa cifra irrisoria que este le debía. Señor, llena mi alma con tu palabra. Haz que ella haga presencia en mi. . .