La paz del corazón
Extracto del Mensaje Papa cuaresma 2014.
Queridos hermanos y hermanas:
Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de san Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?
(…)
¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. Es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su amor y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando Jesús nos invita a tomar su “yugo llevadero”, nos invita a enriquecernos con esta “rica pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29).
Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo. (…leer mas)
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Oh mi buen Jesús, hoy viniste a mi corazón en la Eucaristía de este miércoles de ceniza, en la cual me recordaste que “soy polvo y que en polvo me habré de convertir” cuando me llames a la Casa del Padre, diciéndome también que ” me convierta y crea en el Evangelio”. Gracias Señor por haber venido a alimentarme con tu cuerpo y sangre en el inicio de la santa Cuaresma. Dámela fortaleza necesaria para recluirme en el silencio de la ermita que hay en mi casa y contemplarte en el insondable misterio de la cruz. Ilumíname con la luz de tu Palabra y permíteme seguirte en ese camino que seguiste cuando decidiste morir para darme la salvación. Permíteme resucitar contigo en la gloriosa noche de la Pascua para vivir siempre contigo.
Que esta Cuaresma nos haga cambiar nuestros malos hábitos y nos porifique para resucitar con Cristo en su resurrección .
Cuaresma, tiempo de conversión, de penitencia, de escucha, de contemplación, de soledad y silencio. Tiempo de oración, ayuno y limosna. Tiempo de comprender el amor que Dios nos tiene. Tiempo de acompañar a Cristo por el camino hacia el Calvario, para crucificáramos junto con el en el Madero de la cruz, en esa cruz gloriosa de la cual dependió nuestra salvación. Hora y tiempo de buscar el camino, la verdad y la vida que es Jesucristo, el Dios hecho carne que hizo morada en nosotros, el Enmanuel, el Dios con nosotros. Revistamos con las vestiduras del ayuno corporal para encontrar la riqueza espiritual que se nos ha prometido. Recordemos la miseria del mundo y despojemonos de parte de nuestras riquezas en bien de los que menos tienen.
Que el Buen Dios nos ayude siempre a vivir este tiempo de gracia y de salvación cuaresmal, con todo nuestro empeño y dedicación, no solo al ayuno, la abstinencia, la oración y la limosna, sino sobre todo al amor. A amar de verdad y por sobre todo a Jesucristo su Hijo, en quien somo hijos suyos. Y que este amor se concretice en la ayuda y la solidaridad con aquellos más empobrecidos de nuestra sociedad. Que sea también tiempo de silencio y de acompañamiento a Cristo en su pasión por la humanidad….P. Juan de Santa María.
muy bueno
Gracias, y que esta Cuaresma sea un tiempo de mucho crecimiento espiritual y de amor al projimo.
Un saludo en el Señor