La paz del corazón
Padre… ¿Qué es la muerte?
Un tránsito. Es un pasaje desde un estado hacia otro estado. Aunque nos resulta muy difícil verlo de ese modo debido a nuestra identificación con el cuerpo. Se nos presenta como una desgracia y en realidad, la muerte es parte de la obra de la gracia. La muerte corporal es la concreción del llamado de Dios a Su seno.
A todos nos alegra llegar a la graduación cuando nos apuntamos en una carrera profesional. ¿Quién no desea graduarse? La muerte es la graduación en la escuela de la vida, no hay que estar triste. Aunque es normal por el peso de la ausencia del ser querido, es bueno espabilarse rápido y agradecer esa presencia que nos fue dada para compartir, ese modo en que Dios se nos ha mostrado, a través del otro, del semejante. Espabilarse implica dejar la tristeza a un lado como se deja un bolso que se carga y al llegar a casa se deja en el estante. La tristeza abre la puerta a cosas que no nos sirven. Hay que transformarla en esperanza de unión futura.
Nosotros tratamos de evitar la muerte a toda costa, porque tenemos dudas respecto de si efectivamente hay un más allá y de si esa otra vida es como se nos ha dicho, fuente de bienaventuranza. Esa duda nos genera incertidumbre y esa incertidumbre nos produce temor. Como no conocemos suficiente la vida del espíritu, como estamos muy poco habituados a tomar contacto con lo que verdaderamente somos; la muerte se nos presenta como un tragedia, como algo doloroso y terrible, pero la realidad es muy otra.
El espíritu que somos se eleva libremente hacia su hogar verdadero. No hay que olvidar cual es nuestra ciudadanía. Gran parte del sufrimiento que padecemos aquí es resultado de este olvido, esto es en parte «la caída» original. Vivimos en el exilio y todo exiliado siente una extrañeza, una nostalgia indefinible… una falta de contento profundo que no se calma del todo ni siquiera en los mejores momentos. Hay un anhelo inefable de verdad y plenitud. Aquí, creyéndonos simples cuerpos/mentes, es imposible alcanzar la libertad y la bienaventuranza de los hijos de Dios.
Pero… ¿cómo hacer para que esto no sea solo una creencia? Yo veo que creo en la vida futura y en la bienaventuranza inmortal, pero me doy cuenta con dolor que no estoy totalmente convencido. La muerte de mis seres queridos me aterroriza, mi propia muerte me da temor y me pregunto cómo serán las cosas «del otro lado» realmente; lo que se me ha dicho por educación se me presenta a veces como una fábula o mitología al contrastar esas creencias con la ciencia actual. Me pregunto cuál será la verdad y esto me deja como desamparado, con el ánimo inestable y me veo tratando a toda costa de prolongar mi vida, como si esta fuera la única que tengo.
Es entendible y es lo que sucede a la mayoría de las personas. Algunas se dan cuenta de esto que tú describes con honestidad y otras no lo advierten, lo tienen sumido en lo inconsciente y sólo los momentos críticos en ocasiones permiten que esto aflore a la superficie. Esto sucede porque los sentidos espirituales permanecen adormecidos desde muy pequeños. Se nos ha educado para atender a los sentidos físicos y vivimos ignorando que hay una visión espiritual, una escucha del espíritu, una textura propia de la mística, un perfume de Cristo y un sabor espiritual que identifica a la verdad. Es una manera de hablar tan solo porque no podemos expresarnos de otro modo que con un lenguaje. Pero cuando los sentidos espirituales se abren comenzamos a percibir una realidad muy diferente a la que nos hemos acostumbrado, la percepción cambia enteramente.
Uno empieza a percibir la gracia en todas partes, tan presente en todo como si fuera el aire que está por doquier o como el espacio mismo que permite que todo se extienda y aparezca ante nosotros. O también se percibe como luz, una luz que no es solo la luz del sol, es como una irradiación que se hace patente aflorando o emanando de la creación entera. Y esto es el Espíritu Santo cuando se hace presente en nosotros. Puede ser más fuerte o más suave esa presencia dependiendo de las circunstancias, pero siempre está allí.
Continúa…
Textos propios del blog (De libro en preparación)
Photo by Adrien Olichon
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Gracias a ti Fernando, un abrazo en Cristo!
Gracias querido hermano
Oraciones
Gracias a ti Fernando! Un abrazo en Cristo.