La paz del corazón
La oración de Jesús requiere que ignoremos a los pensamientos, al darnos cuenta que no nos pertenecen sino que vienen y van como nubes en el cielo. Uno puede mirar las nubes pero no les presta atención realmente ya que cambian de continuo en formas caprichosas. Algunas veces las nubes pueden ser muy bellas y dignas de admiración por la sutileza de sus formas y combinaciones, pero lo que nos importa en verdad es el cielo limpio y claro en el cual se dan las nubes. A ese cielo azul-celeste totalmente inmaculado nos debemos, atender allí. Al fondo silencioso en el que surgen y pasan las nubes, no a los contenidos de la mente.
Un propósito muy útil y adecuado consiste en tener una sola meta durante la jornada: En la mente la oración de Jesús. En la emoción el suave contento de vivir entregado a la providencia. En la acción el cumplimiento impecable del deber que toca. En lo mental hay que volver a la repetición de la oración cada vez que me doy cuenta que estoy siguiendo las divagaciones, que he sido «hipnotizada/o» por los argumentos que se van pensando automáticamente. Repetirla con unción y amor es lo mejor, pero si esto falta, hay que repetirla con la obstinación propia de los niños que reclaman a sus padres el objeto que desean.
El contento del corazón se instala si vivimos sabiéndonos hijos de Dios y por lo tanto al cuidado de un Amor que sabe todo lo que necesitamos. Vivir rendidos a la voluntad divina. Es realmente un «¡Que sea lo que Dios quiera!» y conscientes de que lo que suceda es para nuestro bien. Cualquier preocupación o enfado o fastidio y queja nos muestran la desconfianza en Dios y nuestra falta de fe. Esto solo bastaría para conducir toda la ascética cristiana. Limitarnos a permanecer confiados a lo que Dios nos mande.
En la acción la obediencia fiel a lo que consideramos nuestro deber. Un «deber hacer» que puede surgir de un estado determinado como forma de vida o de un propósito que hayamos elegido o de una situación determinada que nos pide cierto tipo de acción. Ninguna duda o deliberación nos servirá. Cuando hay duda es la mente la que interviene. En cambio la intuición del camino que la gracia indica es seguir el corazón.
La mente al servicio del corazón, alegrarse de lo que nos toca porque viene de Dios y hacer impecablemente lo que hay que hacer nos va «corriendo a un costado» como egos/personas y permite que vayamos siendo permeables a la inspiración del Espíritu. Dejarnos actuar por la luz que es Cristo hasta que solo Él permanezca.
Textos propios del blog – Cuaderno de notas (3)
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“En la mente la oración de Jesús. En la emoción el suave contento de vivir entregado a la providencia. En la acción el cumplimiento impecable del deber que toca.”
Estoy haciendo el Camino de Santiago por la Paz del mundo y esto que decís me basta como muy ligero equipaje. Muchas gracias, hermanos! La Paz con vosotros!
(Hago el Camino sólo con el alma, pues hasta el 1 de Julio no “se abre” oficialmente. Sigo la ruta a través de esta página, por si a alguien le sirve
https://www.elcaminoconcorreos.com/es/camino-frances
Como el Camino te busca, hasta con el alma se recorre, aunque pueda parecer extraño)
Me ha gustado mucho el símil de las nubes con los pensamientos, y todo el artículo, muy útil, ¡muchas gracias!
Gracias por recordarnos lo esencial, lo que no hay que olvidar nunca. Tan fácil como es ponerlo en practica es olvidarlo y que pronto se olvida; sobre todo cuando aparece la contradicción o el engaño. El temor se apodera y con el la desconfianza y la cólera. Cuantas veces habrá que decir: ¡que sea lo DIos quiera!