La paz del corazón
Despojarse de lo innecesario, liberarnos de cargas externas y de tumultos internos. Vivir la vida apacible que recomiendan los Padres, quedar vacíos para tener tiempo y espacio para Dios.
Esta semana concentrarnos en eso. Buscar lo simple, evitar lo superfluo, en todos los aspectos. Hacer el paciente esfuerzo de aquel que limpia y ordena su casa, del que tira lo que sobra y estorba. Es un esfuerzo dichoso porque anticipamos el gozo de lo mínimo, la alegría de lo esencial. Miramos luego el limpio desierto que ha quedado en los espacios y en el alma.
Dedicarse solo a lo importante y abandonar sin pena lo accesorio. Lo primero que sobra es la prisa; compartamos con paciencia esta tarea de irnos purificando, invocando a cada instante el Nombre de Jesús, Dios que viene a salvarnos.
Hoy recomendamos una película a través del blog de una amiga:
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Estimo que el desierto nos enseña a vivir con lo esencial, que lo superfluo nos hacen contrapeso para las cosas importantes y esenciales
Así es Osvaldo. Lo innecesario se hace cada vez más pesado y nos resulta un lastre para la elevación del alma. Un saludo fraterno invocando el Santo Nombre de Jesús.
Me gusta la idea deĺ desierto personal.del desprendimiento. Gracias por la reflexión.
Hola David. Sí, es una idea potente la del desierto que es desprendimiento… Poco a poco ir desertizando nuestra vida. Un abrazo en Cristo Jesús.