La paz del corazón
Admitamos aunque sea de manera conceptual, que la gracia está disponible siempre y que lo único que necesitamos para sentir en nosotros la presencia del Espíritu Santo, es despejar los obstáculos que una vida de confusión e incoherencia han puesto en su sendero. Tengamos en cuenta que no estamos hablando de «caernos del caballo camino de Damasco» o de teofanías espectaculares, sino simplemente de vivir en el suave contento propio de los hijos de Dios; de esa serena alegría que nos permite escuchar al otro, ver lo que vemos, estar bien vivos y atentos en la situación que nos toque y contar en nosotros con una gran confianza en la providencia divina. (1ª Tes 5, 16-18)
Veamos hoy un obstáculo muy habitual en la vida de todos, la ansiedad. ¿Qué es la ansiedad? Lo que siento cuando he puesto mi dicha en algo que no es Dios. O sea, cuando he puesto mi esperanza de bienestar en algo que no es Su voluntad. En otras palabras, he puesto el centro de gravedad de mi vida en algo de fuera. Me he externalizado y dejado llevar por la ley del automatismo de cuerpo y mente (la ley de la carne en términos del apóstol Pablo). El deseo por un objeto, persona o situación determinada, me agarró de las narices y me lleva a olvidar que nunca nada transitorio podrá colmar mi verdadero deseo: la plenitud de vivir en la sagrada presencia.
Puede suceder que la mente se ponga a discutir esto argumentando todas las razones posibles que justifican nuestra ansiedad. Debemos desatender estos diálogos interiores y probar de efectuar actos de entrega o abandono al supremo designio. ¿Cómo se hace esto? Tomando conciencia primero de que no hay forma que nosotros, limitados como somos, podamos prever los múltiples factores que inciden en la ocurrencia de un suceso. (Rom 12, 2) Y, reconociendo luego, que no es posible que el hacedor de estrellas y galaxias innumerables haya dejado cabos sueltos. La perfección y sincronía de todo lo creado son una buena muestra de la descomunal y amorosa inteligencia que puso en marcha lo que llamamos luz, tiempo, espacio y todo lo que allí existe.
Y finalmente, dándonos cuenta, que el bien hacer con actitud impecable, aquello que nos indica el deber del instante es todo lo que está a nuestra mano. Patear el penal con la mayor potencia y precisión posible, sí. Adonde se tirará el arquero, si habrá una ráfaga de viento repentina o si habrá que volverlo a patear… no depende de nosotros. Cuando esta comprensión se traslada a todos los hechos de la vida y nos acostumbramos al bien hacer humilde, aceptando que no podemos controlar los resultados de la acción, respiramos tranquilos y en lugar de permanecer ansiosos llevamos la atención hacia los múltiples signos de su cariñosa providencia.
Práctica sugerida:
1. Prestar atención durante toda la jornada hacia el estado interior en base al criterio de ansiedad o tranquilidad. Cuando registramos ansiedad, verificar si estamos haciendo lo mejor que podemos en relación a la acción del momento. Una vez encontrada la actitud impecable, hacer una breve oración según nuestro personal modo, donde ofrendamos a Dios nuestra conducta y nos abandonamos a Su voluntad.
2. Verifiquemos si la práctica encarna en nosotros despejando el obstáculo de la ansiedad* o si solo se queda en un mero ejercicio de tipo mental.
* Entendemos por ansiedad no solo el notorio estado de agitación para el que suele usarse el término, sino cualquier manifestación en nosotros de prisa, inquietud o en todo caso, tendencia a ir hacia el momento siguiente en desmedro del buen hacer en el ahora.
Citas bíblicas recomendadas: Juan 15, 5; 1ª Pedro 2, 16; Eclesiastés 3, 12-13; Sal 130, 5, 7; Rom 12, 2; 1ª Tes 5, 16-18
Aquí el PDF que contiene la 3º Centuria de Nicetas Stethatos
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Hola, si no me equivoco, el texto enlazado debería ser la 3ª centuria de Nicetas, sin embargo el enlace conduce a la 2ª centuria (que ya se nos había enlazado en una ocasión anterior).
Gracias por el curso y resto de materiales y blogs. Fantásticos.
Saludos fraternos.
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Hola hermano. En ese escaneado está también la 3° centuria, más adelante en el PDF. Un abrazo fraterno en Cristo Jesús.
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Gracias por la aclaración. Voy siguiendo el curso, estoy aun en esta práctica.
Otro abrazo fraterno en Cristo Jesús.
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Claro que sí, sin apuro según el ritmo y posibilidad de cada uno. La gracia te acompañe hermano.
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Hola, precioso el audio en mp3 y me quede con una frase clave de la escucha: El bien hacer con humildad.
Gracias amigo. Bendiciones para todos.
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Hola amiga, Cristo te cuide. Pues la verdad que sí podemos crecer en ello… basta y sobra como práctica de vida! Un abrazo fraterno.
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amén
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