La paz del corazón
«Ten aviso y nunca dejes tu corazón turbar ni entristecer, ni alterar, ni mezclar en cosas que lo desasosieguen. Más esfuérzate por tenerle reposado, porque dice el Señor: «Bienaventurados son los pacíficos». Y, haciendo esto, edificará el Señor una ciudad pacífica en tu ánima y te hará casa de deleites.
Solamente quiere de ti que, todas las veces que te levantes, te vuelvas a asentar, apaciguándote en todas tus obras, pensamientos y movimientos. Porque así como no se edifica una ciudad en un día, no pienses tu en un día alcanzar esta paz y apaciguamiento interior, que es edificar casa para el Señor y hacerte templo suyo. Este mismo Señor es el que ha de edificar, porque de otra manera seria ya esfuerzo tuyo; y mira que el fundamento principal para este ejercicio es la humildad».
del capítulo III del «Breve tratado de la paz del alma» de Fray Juan de Bonilla
Leído en oraciones del Santo Nombre
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Qué texto tan bello y profundo! Gracias por compartirlo aquí.