El hombre interior

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La carencia interior – cuarta parte

¿Cuál es entonces el camino hacia el conocimiento del mundo espiritual? ¿Cómo puedo conocer el ser que no depende de un hacer?

Algo muy bueno al principio es admitir la posibilidad de que el mundo que percibimos material sea en realidad de naturaleza espiritual. No se trata de forzarnos a creer algo que no sentimos, sino de atrevernos a investigar por nosotros mismos; esto podría llevarnos a experimentar la vida de una manera completamente diferente. El primer paso es descubrir nuestro propio cuerpo espiritual, conocer nuestra interioridad de modo que cuando hablemos del espíritu, esta palabra no nos conduzca hacia el campo de lo conceptual o de lo mental, sino a lo espiritual en nosotros. Es decir, hacia nuestro verdadero yo, a ese que vive siempre consciente en la presencia de Dios.

¿A que te refieres cuando dices “cuerpo espiritual” y exactamente que tipo de investigación deberíamos realizar?

Llamamos cuerpo espiritual a la vida que anima al cuerpo físico. A eso que permite que la materia corporal no sea inerte sino dinámica y vital. Es el aliento divino en nosotros que sostiene la existencia. Esa interioridad tiene también sus sentidos, unos ojos, unos oídos y todos los demás sentidos, pero aptos para percibir una franja de realidad que permanece casi siempre invisible o desconocida desde el nivel de conciencia habitual en el que todos vivimos.

Podemos empezar dándonos cuenta de que en nuestra conducta hay siempre algo visible y algo invisible. Lo que hacemos, por ejemplo ponernos a barrer el suelo, es lo que se ve y la parte que no se ve es la intención que nos llevó a esa acción. Así, podemos barrer para quitar la suciedad o para descargar el nerviosismo o para escuchar la conversación en la habitación de al lado.

La motivación es lo no evidente de la acción y por allí podemos empezar a tomar contacto con lo espiritual en nosotros. Lo que nos motiva es algo que podemos llamar sicológico, pero sirve de puerta que nos acerca a lo espiritual. Lo que no se ve es lo que alienta la conducta y eso es lo que finalmente condiciona los resultados de todo lo que hacemos. Esto se muestra claro en la sagrada escritura cuando se dice “el que se ensalza será humillado y el que se humilla será exaltado” o “según la vara con la que midieran serán medidos” y pasajes similares, revelando el papel que tiene la intención en el resultado final.

Otro ejercicio que podemos hacer es prestar atención al grado de crispación de nuestro cuerpo antes de iniciar una acción cualquiera. La tensión por lo general nos indica temor o un afán apropiativo de la mente. Estas dos prácticas de permanecer atentos a la motivación y al grado de tensión corporal en lo que hacemos, nos va haciendo sensibles a ese mundo espiritual que está por descubrir. En su mayor parte lo espiritual en nosotros es territorio virgen. Una cosa es leer o pensar sobre lo espiritual y otra vivenciar el espíritu; una cosa es mirar un mapa y otra hacer la travesía.

Continuará…

Citas bíblicas recomendadas: Marcos 4, 21 – 25 / Lucas 14, 11 / 2º Corintios 4, 16 / Efesios 3, 16 / Romanos 7, 22 – 23 / Génesis 1, 27 / 1º Tesalonicenses 5, 23

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