“Buscad el Reino de Dios y su justicia que lo demás se os dará por añadidura”, este consejo dado por nuestro Señor y tan mencionado en filocalía nos sitúa ante la posibilidad certera de alcanzarlo aquí en la tierra, no hay que esperar a morir, a pasar a la eternidad para poseerlo. Como nos explica Filoteo: “El reino de los cielos está dentro de vosotros, entendiendo con esto que la divinidad mora dentro del corazón”.
Insiste Filoteo en la sobriedad de los alimentos, algo claro en las sagradas Escrituras como indica nuestro Señor Jesucristo: «Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida…” (Lc 21,34).
El silencio de la boca, “Hablar demasiado conduce al pecado. Sé prudente y mantén la boca cerrada”. (Proverbios. 10,19) “Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto” (St. 3,2)
Y el constante recuerdo de la muerte, tema que tanto esquivamos. “No temas a la muerte, que es tu sentencia; recuerda que lo mismo fue antes y será después. Éste es el destino que Dios señala a todos los vivientes; ¿para qué resistir a una ley del Altísimo? (Ecl 41,3)
Reglas de oro que nos encaminan a la Jerusalén celestial, porque es un modo de dar prioridad a las cosas del espíritu, “buscad las cosas de arriba no las de la tierra”. (Col 3, 1-3).
Sobre todo en la actualidad podemos decir que estos tres aspectos hacen la guerra o van contracorriente, porque damos demasiado gusto al cuerpo confundiendo al placer con necesidad, el consumismo nos vive presentando a diario nuevas formas de “llenar nuestros vacíos” por cierto jamás satisfechos.
Esto nos lleva a fugarnos cada vez más en la vanidad, a excedernos en inútiles conversaciones, en un bombardeo de palabras que ahoguen tantas veces, situaciones adversas que no queremos o no sabemos afrontar, distracciones, a ser cada vez menos sobrios y por tanto incapaces para una oración íntima, para dejarnos conducir a ese lugar desierto, solitario, donde nos encontrarnos con Dios: “Por eso yo voy a seducirla, la llevaré al desierto y hablaré a su corazón”. (Os 2, 16-22) Experiencias tales que requieren nuestra vigilancia y atención, el interés por evitar la excesiva estimulación de los sentidos, alimentar ese ser inmaterial que somos, despojándonos “del hombre viejo”, (Ef, 4) para unirnos a Dios, como dijera San Juan de la Cruz: “El alma que quiere llegar en breve al santo recogimiento, silencio espiritual, desnudez y pobreza de espíritu, donde se goza el pacífico refrigerio del Espíritu Santo, y se alcanza unidad con Dios, y librarse de los impedimentos de toda criatura de este mundo, y defenderse de las astucias y engaños del Demonio, y liberarse de sí mismo, tiene necesidad de ejercitar los documentos siguientes, advirtiendo que todos los daños que el alma recibe nacen de los enemigos ya dichos, que son: mundo, Demonio y carne” (Ca 1-2)
Un deseo profundo que llevamos impreso en el corazón, es el de eternidad, la plenitud y “estando unidos a Dios es el único modo de ser eternos, porque solo Él es eterno”. Machaconamente insiste Filoteo en el recuerdo de la muerte: “El recuerdo eficaz de la muerte contiene en sí en realidad muchas virtudes”, nos sitúa en que todo es fugaz y algo que en los santos resalta es que se dan profunda cuenta que todo pasa.
“Todo pasa en este mundo, también la pequeña Teresita pasará…”, “Sé que la tierra es un lugar de paso y somos viajeros que nos encaminamos a nuestra patria”, “pasa la vida avanza la eternidad, pronto viviremos de la misma vida de Dios. No seremos ya prisioneras en esta tierra de destierro, todo habrá pasado…”
Y el Hermano Rafael: “Ni se es viejo ni se es joven para amar a Dios, no son los años los que nos enseñan a desprendernos del mundo; para llegar a comprender las palabras del evangelio: “Yo soy el camino y la vida”, no hacen falta muchos años, solamente basta detenerse a pensar, y a veces también a escuchar al que sabe más que nosotros, al sabio que en la celda medita las verdades eternas; al viejo que, al final de su vida nos dice que el mundo y sus criaturas pasan, que pasa la vida, y que de todo nada queda; que es pueril amar la vanidad, y que sólo se halla la paz en Jesús, que la única verdad es Cristo, que el único tesoro es Dios y que la única vida es Él, y sólo Él. Ahora no digo feliz la vejez, sino feliz el hombre joven o viejo que ha llegado a comprender, que ha llegado a amar, que ha llegado a vivir sólo para Cristo. Venga la muerte pronto o tarde ¡qué más da! Dios no tiene ni tiempo ni espacio limitado, es Infinito; para Él no hay edades, no hay más que corazones que de veras sean suyos”.
Pero como ellos (los santos) tenemos que tener tan claro nuestro modelo de conducta, Jesús, que no se nos aparte de la mirada, que le conozcamos, que seamos cercanos a Él, nuestro criterio único de vida, que nuestras acciones se ajusten al evangelio, a su Palabra y consideremos las molestias de cada día como objeto de meditación, todo lo permite Él para nuestro bien y desde esta perspectiva la vida tiene sentido y adquirimos coraje, todo se sacraliza.
Hola Mario, muy bueno de nuevo el autor.
Solo completar lo último de la ciencia y la religión.
La Biblia no es un libro de historia ni científico, si buscamos ciencia o historia como hoy la entendemos fracasaremos. Entonces, ¿la Biblia dice la verdad? Sí, sin duda, dice la verdad para nuestra salvación. Ese es el punto, por tanto cada pasaje de la Escritura debe hacernos preguntar qué me dice Dios aquí, no si fue cierto de esta manera o de otra. Además que en Dios hay una pedagogía de enseñanza hasta Jesucristo.
La ciencia utiliza el método de la experimentación, genera una hipótesis la experimenta y la verifica empíricamente. Por eso la ciencia, nunca debe meterse en argumentos filosóficos o espirituales, porque no es su campo. Stephen Hawking , que más que científico como todo el mundo cree es un divulgador, parece mentira, dice que “el universo se ha creado a sí mismo” se define como filósofo saliendo del campo de la ciencia y postula una aseveración que no puede verificar por la experimentación, ¿se equivoca? Es posible, porque simplemente postula su propia fe, su fe atea.
Los mayores científicos de la historia han sido y son creyentes, desde los del bolsón de Higgins a otros muchos desconocidos, como buenos científicos, pues no se meten en debates filosóficos o religiosos, que son otro campo.
Un médico define qué es el ojo, y lo describe perfectamente y dice sus enfermedades y sus curaciones y habla de sus funciones, pero no puede responder a porqué? Porqué tenemos ojos? Hubiera sido posible la existencia sin ojos? La finalidad del ojo es propuesta por su autor, como el que inventó la cámara fotográfica, y si no hay finalidad en las cosas todo es absurdo, no hay sentido, esto es una reflexión filosófica religiosa, pero nunca científica, pues no se puede verificar.
Por tanto el científico que sale de su campo y afirma aseveraciones sobre el sentido o sobre otras cosas, se sale de su función de científico y entonces será un mero contertulio más de un programa de TV a los que estamos tan acostumbrados en los que cada uno da su opinión más peregrina y contradictoria.
Y hay que decir que muchas de la cosas que decimos que son científicas no es cierto, son las llamadas teorías científicas, que ir contra ellas es muy peligroso pues la mayoría de los científicos las aceptan como posibles, pero sin embargo son Teorías científicas, como el Big Bang (unos otros dicen que puede haber habido ya varios, etc…) o la teoría de la evolución, muy aceptada por la opinión pública por desconocimiento, por los científicos por verdaderas razones, pero que no está verificada, excepto en los animales inferiores, no sobre el hombre. Cuidado que no la niego, creo que todo va mejorando etc, pero como tal es una TEORÍA científica, que tiene mucho peso entre los científicos actuales, pero no está verificada, ni hay forma de hacerlo hasta encontrar al eslabón perdido entre el hombre y el mono, que no existe.
Por esto que una persona religiosa haga aseveraciones de tipo científico o histórico (que tiene otra metodología, no verificar empíricamente, sino por fuentes y testimonios) es grave, muy grave. Igual que lo haga un científico al revés es muy grave y define su ignorancia supina.
En la historia creemos que Julio César existió y que escribió “La guerra de las Galias” y eso contando con un manuscrito de 800 años después de que lo escribiera, es a lo más que se ha llegado…. y no hay duda.
¿Por qué se duda de la existencia de Jesús de Nazaret cuando hay testimonios de 30 años después? Y no hablo de los evangelios, sino de testimonios de historiadores y senadores romanos del siglo I-II. Por tanto esa es la metodología histórica, los testimonios, y resulta que se cree en figuras intrascendentes y no en Jesús, porque que exista hace que me interpela directamente a un cambio de vida que muchas veces no estoy dispuesto a dar con mi havano en la boca y mi whisky en la otra y el bolsillo repleto de dólares.
Saludos.
Sergio
Por cierto que tenía un profesor que nos decía que no existen los ateos, existen los idólatras. Pues todo adoramos algún Dios, que no es el Dios creador y trinitario nuestro, ni el de ninguna religión, puede ser el Dios del placer, del dinero, del vientre (tan de moda hoy con la comida gourmet y las estrellas michelín de los restaurantes), etc… ¿Cuál es mi Dios? Esa el la gran pregunta.
Es cierto Sergio. Y la respuesta a esa pregunta la podemos encontrar examinando lo que hacemos cada jornada. Ahí vemos claro donde «nos aprieta el zapato». Gracias por tu participación siempre activa y enriquecedora. Un abrazo en Cristo Jesús.
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Gracias Sergio! Como siempre aportas datos muy interesantes y útiles que enriquecen el contexto del curso de Filocalía. Espero contar con tiempo suficiente o al menos ir viendo poco a poco los vídeos que aportas en tu nuevo blog «El don del liderazgo católico». Un abrazo fraterno en Cristo Jesús.
Como siempre, una buena oportunidad de acercarnos al misterio de nuestro ser y de nuestra existencia, de la mano de estos genios como son los monjes filocálicos. Todo un descubrimiento, puesto que además tocan todos los temas relevantes que nos preocupan. En este sentido el tema de la nepsis o sobriedad, sin duda que tiene gran relevancia pues en el fondo es lo que nos dicen los médicos y los profesionales de la salud: que necesitamos de la sobriedad, claro que ellos no nos dicen que ella nos permite descubrir a Dios que es el que da sentido a nuestra vida y los filocálicos sí.
En este sentido, lo que nos dirá la tradición filocálica y en concreto Filoteo, es que descubramos al Dios que nos habla a través de los acontecimientos; el que permite que esto o aquello ocurra para que pueda entrar en contacto con él. Qué bueno llegar ahí, y cuanta sobriedad hace falta para llegar ahí.
La sobriedad es algo necesario: comida, mirada, pensamientos, placeres…todo ello puede ser una ayuda o un impedimento. Si quedo acorralado en todo eso, como suele ocurrir, será difícil encontrarnos con Dios, que está tras todo eso y qué fácil quedarse ahí y no trascender. No ver a Dios en los acontecimientos es quedarse acorralado en los acontecimientos y en consecuencia, solo hacemos que pedir a los acontecimientos que nos sacien, siendo que los acontecimientos no nos pueden saciar y por tanto creando toda clase de adicciones.
Vamos a ver si somos capaces de ver lo que nos ocurre como ocasión propicia para la meditación y de interacción con Dios. Será una buena manera de honrar a tan buenos maestros.
Gracias Padre José por tu comentario. Siempre le das un énfasis a los temas que los sintetiza y de algún modo nos ordena las prioridades. Al fin de cuentas no se puede pedir menos de un dominico :)) «No ver a Dios en los acontecimientos es quedarse acorralado en ellos», es la esencia de lo que nos dice Filoteo. Un abrazo en Cristo Jesús.
“Buscad el Reino de Dios y su justicia que lo demás se os dará por añadidura”, este consejo dado por nuestro Señor y tan mencionado en filocalía nos sitúa ante la posibilidad certera de alcanzarlo aquí en la tierra, no hay que esperar a morir, a pasar a la eternidad para poseerlo. Como nos explica Filoteo: “El reino de los cielos está dentro de vosotros, entendiendo con esto que la divinidad mora dentro del corazón”.
Insiste Filoteo en la sobriedad de los alimentos, algo claro en las sagradas Escrituras como indica nuestro Señor Jesucristo: «Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida…” (Lc 21,34).
El silencio de la boca, “Hablar demasiado conduce al pecado. Sé prudente y mantén la boca cerrada”. (Proverbios. 10,19) “Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto” (St. 3,2)
Y el constante recuerdo de la muerte, tema que tanto esquivamos. “No temas a la muerte, que es tu sentencia; recuerda que lo mismo fue antes y será después. Éste es el destino que Dios señala a todos los vivientes; ¿para qué resistir a una ley del Altísimo? (Ecl 41,3)
Reglas de oro que nos encaminan a la Jerusalén celestial, porque es un modo de dar prioridad a las cosas del espíritu, “buscad las cosas de arriba no las de la tierra”. (Col 3, 1-3).
Sobre todo en la actualidad podemos decir que estos tres aspectos hacen la guerra o van contracorriente, porque damos demasiado gusto al cuerpo confundiendo al placer con necesidad, el consumismo nos vive presentando a diario nuevas formas de “llenar nuestros vacíos” por cierto jamás satisfechos.
Esto nos lleva a fugarnos cada vez más en la vanidad, a excedernos en inútiles conversaciones, en un bombardeo de palabras que ahoguen tantas veces, situaciones adversas que no queremos o no sabemos afrontar, distracciones, a ser cada vez menos sobrios y por tanto incapaces para una oración íntima, para dejarnos conducir a ese lugar desierto, solitario, donde nos encontrarnos con Dios: “Por eso yo voy a seducirla, la llevaré al desierto y hablaré a su corazón”. (Os 2, 16-22) Experiencias tales que requieren nuestra vigilancia y atención, el interés por evitar la excesiva estimulación de los sentidos, alimentar ese ser inmaterial que somos, despojándonos “del hombre viejo”, (Ef, 4) para unirnos a Dios, como dijera San Juan de la Cruz: “El alma que quiere llegar en breve al santo recogimiento, silencio espiritual, desnudez y pobreza de espíritu, donde se goza el pacífico refrigerio del Espíritu Santo, y se alcanza unidad con Dios, y librarse de los impedimentos de toda criatura de este mundo, y defenderse de las astucias y engaños del Demonio, y liberarse de sí mismo, tiene necesidad de ejercitar los documentos siguientes, advirtiendo que todos los daños que el alma recibe nacen de los enemigos ya dichos, que son: mundo, Demonio y carne” (Ca 1-2)
Un deseo profundo que llevamos impreso en el corazón, es el de eternidad, la plenitud y “estando unidos a Dios es el único modo de ser eternos, porque solo Él es eterno”. Machaconamente insiste Filoteo en el recuerdo de la muerte: “El recuerdo eficaz de la muerte contiene en sí en realidad muchas virtudes”, nos sitúa en que todo es fugaz y algo que en los santos resalta es que se dan profunda cuenta que todo pasa.
“Todo pasa en este mundo, también la pequeña Teresita pasará…”, “Sé que la tierra es un lugar de paso y somos viajeros que nos encaminamos a nuestra patria”, “pasa la vida avanza la eternidad, pronto viviremos de la misma vida de Dios. No seremos ya prisioneras en esta tierra de destierro, todo habrá pasado…”
Y el Hermano Rafael: “Ni se es viejo ni se es joven para amar a Dios, no son los años los que nos enseñan a desprendernos del mundo; para llegar a comprender las palabras del evangelio: “Yo soy el camino y la vida”, no hacen falta muchos años, solamente basta detenerse a pensar, y a veces también a escuchar al que sabe más que nosotros, al sabio que en la celda medita las verdades eternas; al viejo que, al final de su vida nos dice que el mundo y sus criaturas pasan, que pasa la vida, y que de todo nada queda; que es pueril amar la vanidad, y que sólo se halla la paz en Jesús, que la única verdad es Cristo, que el único tesoro es Dios y que la única vida es Él, y sólo Él. Ahora no digo feliz la vejez, sino feliz el hombre joven o viejo que ha llegado a comprender, que ha llegado a amar, que ha llegado a vivir sólo para Cristo. Venga la muerte pronto o tarde ¡qué más da! Dios no tiene ni tiempo ni espacio limitado, es Infinito; para Él no hay edades, no hay más que corazones que de veras sean suyos”.
Pero como ellos (los santos) tenemos que tener tan claro nuestro modelo de conducta, Jesús, que no se nos aparte de la mirada, que le conozcamos, que seamos cercanos a Él, nuestro criterio único de vida, que nuestras acciones se ajusten al evangelio, a su Palabra y consideremos las molestias de cada día como objeto de meditación, todo lo permite Él para nuestro bien y desde esta perspectiva la vida tiene sentido y adquirimos coraje, todo se sacraliza.
Gracias hermana! por el resumen. Un abrazo fraterno invocando a Cristo.
Hola Mario, muy bueno de nuevo el autor.
Solo completar lo último de la ciencia y la religión.
La Biblia no es un libro de historia ni científico, si buscamos ciencia o historia como hoy la entendemos fracasaremos. Entonces, ¿la Biblia dice la verdad? Sí, sin duda, dice la verdad para nuestra salvación. Ese es el punto, por tanto cada pasaje de la Escritura debe hacernos preguntar qué me dice Dios aquí, no si fue cierto de esta manera o de otra. Además que en Dios hay una pedagogía de enseñanza hasta Jesucristo.
La ciencia utiliza el método de la experimentación, genera una hipótesis la experimenta y la verifica empíricamente. Por eso la ciencia, nunca debe meterse en argumentos filosóficos o espirituales, porque no es su campo. Stephen Hawking , que más que científico como todo el mundo cree es un divulgador, parece mentira, dice que “el universo se ha creado a sí mismo” se define como filósofo saliendo del campo de la ciencia y postula una aseveración que no puede verificar por la experimentación, ¿se equivoca? Es posible, porque simplemente postula su propia fe, su fe atea.
Los mayores científicos de la historia han sido y son creyentes, desde los del bolsón de Higgins a otros muchos desconocidos, como buenos científicos, pues no se meten en debates filosóficos o religiosos, que son otro campo.
Un médico define qué es el ojo, y lo describe perfectamente y dice sus enfermedades y sus curaciones y habla de sus funciones, pero no puede responder a porqué? Porqué tenemos ojos? Hubiera sido posible la existencia sin ojos? La finalidad del ojo es propuesta por su autor, como el que inventó la cámara fotográfica, y si no hay finalidad en las cosas todo es absurdo, no hay sentido, esto es una reflexión filosófica religiosa, pero nunca científica, pues no se puede verificar.
Por tanto el científico que sale de su campo y afirma aseveraciones sobre el sentido o sobre otras cosas, se sale de su función de científico y entonces será un mero contertulio más de un programa de TV a los que estamos tan acostumbrados en los que cada uno da su opinión más peregrina y contradictoria.
Y hay que decir que muchas de la cosas que decimos que son científicas no es cierto, son las llamadas teorías científicas, que ir contra ellas es muy peligroso pues la mayoría de los científicos las aceptan como posibles, pero sin embargo son Teorías científicas, como el Big Bang (unos otros dicen que puede haber habido ya varios, etc…) o la teoría de la evolución, muy aceptada por la opinión pública por desconocimiento, por los científicos por verdaderas razones, pero que no está verificada, excepto en los animales inferiores, no sobre el hombre. Cuidado que no la niego, creo que todo va mejorando etc, pero como tal es una TEORÍA científica, que tiene mucho peso entre los científicos actuales, pero no está verificada, ni hay forma de hacerlo hasta encontrar al eslabón perdido entre el hombre y el mono, que no existe.
Por esto que una persona religiosa haga aseveraciones de tipo científico o histórico (que tiene otra metodología, no verificar empíricamente, sino por fuentes y testimonios) es grave, muy grave. Igual que lo haga un científico al revés es muy grave y define su ignorancia supina.
En la historia creemos que Julio César existió y que escribió “La guerra de las Galias” y eso contando con un manuscrito de 800 años después de que lo escribiera, es a lo más que se ha llegado…. y no hay duda.
¿Por qué se duda de la existencia de Jesús de Nazaret cuando hay testimonios de 30 años después? Y no hablo de los evangelios, sino de testimonios de historiadores y senadores romanos del siglo I-II. Por tanto esa es la metodología histórica, los testimonios, y resulta que se cree en figuras intrascendentes y no en Jesús, porque que exista hace que me interpela directamente a un cambio de vida que muchas veces no estoy dispuesto a dar con mi havano en la boca y mi whisky en la otra y el bolsillo repleto de dólares.
Saludos.
Sergio
Por cierto que tenía un profesor que nos decía que no existen los ateos, existen los idólatras. Pues todo adoramos algún Dios, que no es el Dios creador y trinitario nuestro, ni el de ninguna religión, puede ser el Dios del placer, del dinero, del vientre (tan de moda hoy con la comida gourmet y las estrellas michelín de los restaurantes), etc… ¿Cuál es mi Dios? Esa el la gran pregunta.
Es cierto Sergio. Y la respuesta a esa pregunta la podemos encontrar examinando lo que hacemos cada jornada. Ahí vemos claro donde «nos aprieta el zapato». Gracias por tu participación siempre activa y enriquecedora. Un abrazo en Cristo Jesús.
Gracias Sergio! Como siempre aportas datos muy interesantes y útiles que enriquecen el contexto del curso de Filocalía. Espero contar con tiempo suficiente o al menos ir viendo poco a poco los vídeos que aportas en tu nuevo blog «El don del liderazgo católico». Un abrazo fraterno en Cristo Jesús.
Como siempre, una buena oportunidad de acercarnos al misterio de nuestro ser y de nuestra existencia, de la mano de estos genios como son los monjes filocálicos. Todo un descubrimiento, puesto que además tocan todos los temas relevantes que nos preocupan. En este sentido el tema de la nepsis o sobriedad, sin duda que tiene gran relevancia pues en el fondo es lo que nos dicen los médicos y los profesionales de la salud: que necesitamos de la sobriedad, claro que ellos no nos dicen que ella nos permite descubrir a Dios que es el que da sentido a nuestra vida y los filocálicos sí.
En este sentido, lo que nos dirá la tradición filocálica y en concreto Filoteo, es que descubramos al Dios que nos habla a través de los acontecimientos; el que permite que esto o aquello ocurra para que pueda entrar en contacto con él. Qué bueno llegar ahí, y cuanta sobriedad hace falta para llegar ahí.
La sobriedad es algo necesario: comida, mirada, pensamientos, placeres…todo ello puede ser una ayuda o un impedimento. Si quedo acorralado en todo eso, como suele ocurrir, será difícil encontrarnos con Dios, que está tras todo eso y qué fácil quedarse ahí y no trascender. No ver a Dios en los acontecimientos es quedarse acorralado en los acontecimientos y en consecuencia, solo hacemos que pedir a los acontecimientos que nos sacien, siendo que los acontecimientos no nos pueden saciar y por tanto creando toda clase de adicciones.
Vamos a ver si somos capaces de ver lo que nos ocurre como ocasión propicia para la meditación y de interacción con Dios. Será una buena manera de honrar a tan buenos maestros.
Gracias Padre José por tu comentario. Siempre le das un énfasis a los temas que los sintetiza y de algún modo nos ordena las prioridades. Al fin de cuentas no se puede pedir menos de un dominico :)) «No ver a Dios en los acontecimientos es quedarse acorralado en ellos», es la esencia de lo que nos dice Filoteo. Un abrazo en Cristo Jesús.