Después de escuchar la lección sobre Elías el presbítero, uno tiene la impresión de haber orado pocas veces. Primero porque pocas veces nos hemos concentrado en un deseo con fuerza y en segundo lugar y como consecuencia, porque pocas veces hemos deseado totalmente algo. Para mi esa es la clave: desear totalmente algo, lo que es señal de que ese algo es lo único importante y lo único importante es Dios y el deseo de querer hacer su voluntad. Así pues, pocas veces hemos deseado a Dios como lo único importante y pocas veces hemos orado como nos enseña el Padre Nuestro: hágase tu voluntad. Necesitamos ser movidos por un eros, un amor verdadero que nos arrastre como a un hambriento a un suntuoso banquete, ante el que solo cabe decir: «buen provecho».
Que lindo comentario José! Y muy ilustrativo además. Es que no sabemos orar y menos pedir lo que nos conviene. Que el Espíritu nos enseñe! Ese desear totalmente algo requiere la unificación de la persona y ahí sí, más q nunca precisamos la gracia. Menuda tarea! Un abrazo fuerte en Cristo Jesús.
Muy bien el responder en cada momento a lo que Dios nos plantea: Buen ejercicio de atención y unificación. ¡Cuantas huidas a veces de ese programa!
Este es realmente un tema clave, cada vez lo veo más importante. Llena de significado los momentos que son aparentemente más triviales. Un abrazo !
Después de escuchar la lección sobre Elías el presbítero, uno tiene la impresión de haber orado pocas veces. Primero porque pocas veces nos hemos concentrado en un deseo con fuerza y en segundo lugar y como consecuencia, porque pocas veces hemos deseado totalmente algo. Para mi esa es la clave: desear totalmente algo, lo que es señal de que ese algo es lo único importante y lo único importante es Dios y el deseo de querer hacer su voluntad. Así pues, pocas veces hemos deseado a Dios como lo único importante y pocas veces hemos orado como nos enseña el Padre Nuestro: hágase tu voluntad. Necesitamos ser movidos por un eros, un amor verdadero que nos arrastre como a un hambriento a un suntuoso banquete, ante el que solo cabe decir: «buen provecho».
Que lindo comentario José! Y muy ilustrativo además. Es que no sabemos orar y menos pedir lo que nos conviene. Que el Espíritu nos enseñe! Ese desear totalmente algo requiere la unificación de la persona y ahí sí, más q nunca precisamos la gracia. Menuda tarea! Un abrazo fuerte en Cristo Jesús.