La paz del corazón
De su excelencia sobre las demás actividades
He aquí lo que has de hacer. Eleva tu corazón al Señor; con un suave movimiento de amor, deseándole por si mismo y no por sus dones. Centra tu atención y deseo en él y deja que sea esta la única preocupación de tu mente y tu corazón. Haz todo lo que esté en tu mano para olvidar todo lo demás, procurando que tus pensamientos y deseos se vean libres de todo afecto a las criaturas del Señor o a sus asuntos tanto en general como en particular.
Quizá pueda parecer una actitud irresponsable, pero, créeme, déjate guiar; no les prestes atención. Lo que estoy describiendo es la obra contemplativa del espíritu. Es la que más agrada a Dios. Pues cuando pones tu amor en él y te olvidas de todo lo demás, los santos y los ángeles se regocijan y se apresuran a asistirte en todos los sentidos, aunque los demonios rabien y conspiren sin cesar para perderte.
Los hombres, tus semejantes, se enriquecen de modo maravilloso por esta actividad tuya, aunque no sepas bien cómo. Las mismas almas del purgatorio se benefician, pues sus sufrimientos se ven aliviados por los efectos de esta actividad. Y por supuesto, tu propio espíritu queda purificado y fortalecido por esta actividad contemplativa más que por todas las demás juntas.
En compensación, cuando la gracia de Dios llegue a entusiasmarte, se convierte en la actividad más liviana y una de las que se hacen con más agrado. Sin su gracia, en cambio, es muy difícil y, casi diría yo, fuera de tu alcance. Persevera, pues, hasta que sientas gozo en ella. Es natural que al comienzo no sientas más que una especie de oscuridad sobre tu mente o, si se quiere, una nube del no-saber.
Te parecerá que no conoces ni sientes nada a excepción de un puro impulso hacia Dios en las profundidades de tu ser. Hagas lo que hagas, esta oscuridad y esta nube se interpondrán entre ti y tu Dios. Te sentirás frustrado, ya que tu mente será incapaz de captarlo y tu corazón no disfrutará las delicias de su amor.
Pero aprende a permanecer en esa oscuridad. Vuelve a ella tantas veces como puedas, dejando que tu espíritu grite en aquel a quien amas. Pues si en esta vida esperas sentir y ver a Dios tal como es, ha de ser dentro de esta oscuridad y de esta nube. Pero si te esfuerzas en fijar tu amor en Él olvidando todo lo demás -y en esto consiste la obra de contemplación que te insto a que emprendas-, tengo la confianza de que Dios en su bondad te dará una experiencia profunda de si mismo.
Extraído de «La Nube del No Saber» (Pdf completo)
Audio del texto con la voz de Carolina
Enlaces de hoy:
La Santisima Trinidad – homilía del Padre José
“Padre nuestro que estás envuelto en el misterio…”
Libro muy recomendado e interesante “la nube del no saber”.
– “¿Qué puedo hacer para llegar a la iluminación?”
– “Tan poco como lo que puedes hacer para que amanezca por las mañanas.”
– “Entonces, ¿para qué valen los ejercicios espirituales, la adoración que tú mismo recomiendas?”
– “Para estar seguro de que no estarás dormido cuando el sol comience a salir.”
Exactamente Sergio. Estar despiertos para cuando amanezca. Bella alegoría que específica nuestro campo de libertad. Un abrazo fraterno en Cristo.
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gracias por recordarnos el don de la contemplacion dentro de la oscuridad, dentro de la nube, como antesala de la claridad sin medida.
Gracias a ti Padre José! Que bien dicho… “la antesala de la claridad sin medida”. Un abrazo fraterno en Cristo Jesús.