La paz del corazón
Pero entonces, la cualidad que hace que un sitio me guste tanto y me sienta tan a gusto… ¿Dónde está?
¿Qué notaste tú, cuando hiciste el ejercicio? Empecemos por ahí.
Bueno, las cosas tenían una disposición que era de mi agrado. Mi lugar elegido fue la habitación, mi estudio como le llamo. Tengo mis libros, algunas fotos, me gustan los muebles que tengo allí. Hay un reloj de péndulo que me gusta mucho el sonido que hace… incluso lo que veo por la ventana, el aroma del cuarto también…
Bien. Las cosas tienen afuera, en lo percibido, una cierta forma que resulta compatible con una forma interior. Hay resonancia. Lo que veo me es afín. Es como un encaje de piezas que se acomodan perfectamente. Pones a otro en tu habitación y no se siente bien o hasta se encuentra a disgusto. No se siente reflejado en lo que hay. Esto es porque su «habitación interior» es diferente. La música que suena en su alma es distinta y requiere de otros instrumentos, de otra disposición de las cosas.
A la vez, y atiende bien esto, hay algo en ti que se «derrama» sobre lo que hay allí en tu habitación. Como si fuera un efluvio que va desde el interior de tu corazón hacia lo percibido. Si atiendes, te das cuenta que adhieres a lo que ves, que lo aprecias; es como un cariño y valoración que partiendo de ti se deposita sobre aquello a partir de tu mirada. Hay una historia también que se desplegó en ese lugar, vivencias e instantes, que tienen en común el amor y la intención que te guiaba.
Cuando amamos a alguien, por ejemplo, puedes ver como empiezas a amar cualquier objeto que se relaciona con esa persona. Y ves como aquel sitio que visitaron juntos nunca vuelve a ser el mismo. Ahora ese paraje está teñido de aquel recuerdo. Y no del solo recuerdo, sino que evocas el afecto que los unía y llega hasta ti ahora actualizado, el aroma de aquella unión. En suma, nos orientamos hacia lugares, personas o situaciones que reflejan algo que está ya vivo en nosotros. Se produce un eco, una re-percusión en el alma ante aquella percepción.
No me queda claro entonces, ¿lo que me gusta o atrae de un lugar o de alguien esta afuera o dentro de mi?
En ambos planos podemos decir; pero para ser honestos, debemos admitir que se llega a comprender que lo de fuera y lo de adentro es tan solo un modo de organizar las cosas. Estos dos mundos se entremezclan de continuo, a punto tal, que sería más propio decir que son el mismo mundo. Es cierto, hay un más allá y un más aquí de la piel y eso señala una frontera a la que estamos muy acostumbrados. Pero viene a resultar que hay alguien que se da cuenta de lo que pasa en el exterior y en el interior a la vez. Yo veo una flor y a la vez, veo que me gusta esa flor.
Esa mirada no está en ninguno de los mundos sino que los trasciende. Por eso puede dar testimonio de ellos. Esto es atención. Dicha atención puede dirigirse hacia la luz o hacia la oscuridad. Puede ir hacia abajo o hacia arriba. Esa atención no es ni más ni menos que la gracia del espíritu presente en nosotros. Esa luz pura de la gracia que ha llegado hasta nosotros, puede quedar envuelta por las pasiones y ser arrastrada por ellas hacia el abismo de lo que muere, de las cosas vanas, de los muchos infiernos… (los automatismos egoístas) o puede traer a nuestra vida y al mundo el amor y la mirada de Dios.
Este amor indescriptible puede ser sentido y descubierto por sus obras. Se hace evidente cuando transforma profundamente nuestra mirada (metanoia de la percepción) y ahora vemos lo que aborrecíamos, envuelto en una luz que nos resulta agradable y querible. Terminas siendo amigo de tu enemigo o encariñado de un trabajo que detestabas o, también ocurre; te descubres con nuevos amigos y nuevo trabajo sin saber bien como ha sucedido… (continúa)
Citas bíblicas recomendadas: Salmo 19, 9; 1ª Cor 13, 12; Efesios 1, 18-19; Juan 3, 3; Santiago 1, 5-6; 3, 17
*Recomendamos leer el cap- 19 de la primera centuria de Nicetas
Práctica sugerida:
Elijamos una situación particular que vivimos con frecuencia. Puede ser una relación cotidiana o un ámbito en el que solemos permanecer bastante tiempo; tal vez solo aquella hora del día donde siempre recurre tal estado del ánimo. Apelemos al mayor fervor que nos sea posible concentrar. Juntemos como en un mismo haz todo el deseo acumulado durante tanto tiempo de encontrar a Dios. Evoquemos aquel sentimiento que siempre nos ha acompañado en el fondo de lo que ocurría y que clama por lo divino. Ese anhelo de sentido. Oremos profundamente, invocando la gracia del Espíritu Santo, pidiendo esa mirada capaz de redimir, en un solo vistazo, aquello sobre lo que se posa.
Os dejamos aquí un pequeño modelo de oración, que cada cual podrá modificar según sus preferencias por si fuera útil al momento de la práctica:
¡Oh Señor! perdona mis faltas, líbrame de sus consecuencias y ayúdame a no pecar más. Dame la atención pura, para que orando sin cesar pueda vivir en tu presencia. Envía tu Espíritu Santo, para que limpiando mi mirada, derrame tu amor sobre el mundo.
No entendí muy bien este día.
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Entonces ¿Se puede decir que esta mirada atenciónal seria ya la gracia que procede del espíritu Santo y que haciéndola consciente y si la secundamos frenando los automatismos es como la dejamos actuar en ntros..?
Está siendo para mí un descubrimiento fantástico todo esto que sigo poco a poco
Hola Loreto! Cristo te cuide. Difícil decirlo mejor que como lo has comentado. Exactamente eso queremos decir. Nos alegra mucho que sirvan los ejercicios. Sigue adelante con tranquilidad, es una tarea que llena de significado la vida entera… un abrazo fraterno en Cristo Jesús.
Muy rico y profundo. Lo que todavía me cuesta entender es cómo abrirme aún más a la gracia para poder transformar mi percepción de todas las cosas. ¿Cuál es mi papel en esta tarea si todo de hecho sólo es posible si Dios quiere concederme esta gracia?
Gracias Mário por estos ejercicios que he seguido fielmente aquí en Brasil.
Hola Helen, mucho gusto. Es un tema interesantísimo y de hecho hay que tratarlo en profundidad. De todos modos, te comento algo que quizá aporte: Actuando con nuestras mejores fuerzas en lo que nos indica el deber del momento, acorde a la enseñanza evangélica, nos vamos alineando a la gracia. Ella siempre está disponible. Actuar sabiendo que todo depende en definitiva de la voluntad de Dios, nos va desapegando un poco. Y esto se hace libertad creciente. Libertad de la voluntad propia entendida como suma de inercias mezquinas. Al principio parece paradoja, luego vemos que no hay tal, sino integración de ambos momentos. La seguimos si Dios quiere. Un abrazo!
Gracias Mario por la aclaración. Pienso también que por nuestra parte el deseo de recibir la gracia de la atención pura es ya un camino abierto para que nos llegue.
¡Me quedo unida a todos ustedes desde aqui en mi país!
Tal cual Helen, lo dices bien. Un abrazo fraterno en Cristo Jesús!
amén, mario, y me gusta mucho la sesión de anteayer de you tube. adecuada, sencilla y eficaz¡
Nos alegra hermano/a que así haya resultado. Un abrazo fraterno invocando el Santo Nombre.
Muy buenas. Que oportuno viene esto a mi vida…qué maravilla de ejercicios.
Cuando dices “Ese amor indescriptible puede ser sentido y descubierto por sus obras”, a qué obras te estás refiriendo, para poder identificarlo?
Mil gracias por todo. Un abrazo.
Hola María José! Cristo te cuide. Sabes, en 1ª Corintios, en el cap. 13, sobre todo del versículo 4 al 8 creo que nos muestra claro los efectos del amor en nuestra disposición y obras. «El amor es servicial… no es envidioso… no busca su propio interés…»
Por lo general, también vemos, que todo lo reactivo/apropiativo es contrario a esta mirada nueva. Ahí vamos. Dime si te aclara lo suficiente lo que consultabas. Un abrazo fraterno.
Perfectamente claro. Muchas gracias Mario!
Gracias a ti, un abrazo en Cristo!
Gracias Mario por todo siempre. Es cierto, se empieza a ver todo con esa nueva mirada…
Hola que tal? Claro, nos sorprende, porque estamos muy acostumbrados a creer que las cosas son de tal modo y olvidamos la influencia del alma a través de la mirada, sobre lo observado. Por eso, abrirnos a la gracia para que transforme esta percepción nos ayuda mucho. Un abrazo fraterno en Cristo Jesús.
Bellisimo y profundo. Gracias
Gracias a vos amiga! Un abrazo y linda tarde.