La paz del corazón
Uno de los pilares de la espiritualidad del Santo Nombre, es la permanencia en el abandono a la voluntad de Dios. Pero, ¿cómo puedo discernir sin error lo que sería Su voluntad para mí en un momento determinado? Y, como puedo volver a encaminar mi vida si ya me encuentro desviado y reconozco haberme apartado mucho de su orientación?
Como siempre el factor clave es la atención. Si te sitúas en el momento de manera atenta y desciendes un momento al corazón tendrás claro el comportamiento que al Señor agradaría en esa situación. Es inequívoco el sentimiento que aparece. Porque en cierto modo, la voluntad de Dios está inscripta en lo que llamamos la conciencia personal. Si a esto en una breve revisión lo cotejas con la enseñanza de los evangelios puedes dejar las dudas a un lado y obrar con toda la determinación necesaria.
Las vacilaciones surgen cuando intentamos resolver la conducta adecuada desde la mente sola o con apresuramiento y ansiedad. La mente nunca terminará de objetar a esto y aquello, pues su naturaleza es precisamente mascullar variables, la duda es el entretenimiento que más le gusta. Este es el modo en que rellena su vacío, generando ambivalencias. Obtiene así algo de intensidad dentro de la opacidad que vive.
Por ejemplo, este modo de obrar según a Dios le agradaría, guiados por nuestro sincero parecer, suele ser criticado por el pensamiento… «Esto es antropomorfizar a Dios» es decir, atribuirle gustos y disgustos como si fuera humano. Y así nos alejamos del campo de interés, que es decidir cuál es la conducta más coherente en esa circunstancia precisa. Una cosa es sentarse a discurrir en pos de abstracciones cada vez más sintéticas y otra es buscar ser fieles a lo que sabemos y sentimos que debemos hacer.
Es decir, no sabemos como sentirá Dios en su inescrutable magnificencia, pero sí podemos saber como nos sentimos nosotros en relación a Él, haciendo esto o aquello. Hay que aterrizar la espiritualidad lo cuál es encarnar los anhelos profundos. Volvemos siempre a la necesidad de diferenciar espiritualidad mental de espiritualidad vivencial. No se trata de oponer fe y razón sino de comprender nuestra necesidad de acuerdo interior.
Y respecto de aquello que mencionamos, en cuanto a como volver si uno se halla desviado por haber tomado un camino diferente al que la conciencia profunda indicaba… vale lo del «re-calculando» que hace el GPS cuando nos desviamos. No importa cuanto nos alejemos del designio divino para nuestra vida, su gracia siempre esta indicándonos por donde ir para volver a la senda. Simplemente sitúate en el presente y espera. Te llegarán acontecimientos como nos pasa a cada instante y entonces allí, responde con coherencia a lo que aparezca. Esto por sí solo en poco tiempo te encamina.
No importa el pasado para volver a casa. Importa la intención de regresar y empezar ahora mismo a caminar en la nueva dirección. La Cuaresma empieza ahora por ejemplo, aunque hayan pasado ya muchos días. La continencia empieza ahora mismo; el tratar a los demás como nos gustaría ser tratados en este mismo minuto; la oración incesante empieza por una sola invocación, podría ser esta que haces ahora mismo mientras lees.
Dejemos el pasado, el futuro y los devaneos mentales que pueden ser muy interesantes pero que nos dejan al rato en el vacío existencial. Abracemos la gesta espiritual, permitamos que el corazón exprese su inflexible determinación de servir al amado. Dedicarse a las cosas del cielo implica priorizar adecuadamente el uso de nuestras fuerzas, de las añadiduras se encarga Dios. Preguntarnos ¿Cómo puedo servir al Señor en esto ahora? o ¿Qué sería en esta situación poner el espíritu al mando? son preguntas que pueden servir como complemento para volver al rumbo más querido.
continúa…
El post de hoy continúa a este del 26 de marzo
Sobre la oración del corazón PDF – (Extraído de «Contemplativos en el mundo»)
Homilía del domingo del Padre José, aquí abajo:
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Buen día. Me atrevo a sugerir, que estos post que hablan de la espiritualidad y de lo que promueve el blog pudieran estar visibles siempre, como una información de entrada para los que visitan por primera vez y desde está óptica (bienvenida) navegaran por le blog.
Gracias padre Ambrosio! En ello estamos, si Dios quiere, pronto lo tendremos. Cristo te cuide.
En mi «humilde» opinión ( pues viene de humus, la tierra… de mi experiencia) entonces no tiene la base doctrinal que tenía que tener, dice el texto con todo acierto qué se basa en la atención es decir la impregnacion del nombre de Jesús en uno mismo falla!!! en un momento conflictivo y entonces ocurre que nos guiamos por la mal-cabeza en vez de por el corazón, pues «en el pecado llevamos la penitencia» porque aquel asunto sale mal… Pero si no paramos de recitar interiormente el nombre de Jesús todo sale bien y y la mente que quiere nuestro bien se acostumbrará a no intervenir y nos dejara cada vez más tiempo en esta conexión con Jesús que nos da tanta felicidad
Continúa el texto con una magnífica frase que dice no sabemos cómo se sentirá Diós pero si sabemos cómo nos sentimos nosotros
Continúa el maravilloso texto con la palabra «recalcular» y la frase «siéntate y espera»… exacto!!! por qué al seguir repitiendo el dulce nombre de Jesús más o menos cómo podemos el tiempo que podemos pues aparece la «circunstancia» y somos conscientes que en esas circunstancias se puede arreglar el «entuerto»anterior
Muchas gracias por orientarme
Gracias a ti María José por compartir tus impresiones y por tu activa participación en las oraciones. Un abrazo invocando el Santo Nombre de Jesús.
Una vez más, gracias.
Me quedo con esto: «la oración incesante empieza por una sola invocación, podría ser esta que haces ahora mismo mientras lees». Es muy cierto.
Un abrazo en Cristo, hermano Mario
Así es; esta invocación misma puede ser la que se transforme en incesante. Determinación interior y gracia se complementan hacia ello. Un abrazo!