La paz del corazón
«La lectio divina era el paraíso del monje, el lugar de sus deleites espirituales. Ella le consolaba en sus pruebas, le purificaba de sus pasiones, le mantenía fervoroso en el servicio divino; pero también le procuraba las lágrimas de la compunción, la voz de su oración y el alimento de su contemplación. Notemos este último punto. El monacato primitivo… no concibe una contemplación de Dios que no brote de la Escritura leída, meditada, profundizada y asimilada por el monje…»
de pág. 723 en «El monacato primitivo» de García Colombás
Lectio divina: escuela de oración
Gracias Angélica, Macarena, Marco, Rosa y Ronic por este diálogo sobre la Lectio, es muy enriquecedor. Destaco el comentario sobre la permanencia de Jesucristo en su tradición. En mi caso, al vivir en la propia tradición, acepto la propia raíz cultural; es decir acojo la tierra donde he sido plantado. A partir de esto puedo trabajar para cambiar profundamente desde adentro la institución que me ha legado la tradición. Por otra parte, el sentirme plantado en una historia me ayuda a relacionarme con otras tradiciones en espíritu de hermandad igualitaria. Un fuerte abrazo agradecido, a ustedes y a la providencia por permitirlo.
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