La paz del corazón
Hay tres caminos o modos de ir hacia el silencio; son senderos hacia un mismo lugar que no es más que el hogar primordial, la casa común o lo que todo viviente busca. En el silencio están todas las respuestas porque no aparecen las preguntas. En ese punto hay tranquilidad plena. No hay vacío, ni aburrimiento, ni angustia o ansia, allí no se necesita nada.
Un camino hacia el silencio es el de ir quitando, apartando, dejando, eliminando y un montón de gerundios, hasta que se descubre algo que no puede ser abandonado. Queda la esencia misma del que inició el proceso, un acto lanzado hacia lo simple. El ser siempre es silente. Otro camino es el de concentrarse en algo solo. Una misma oración, un mismo propósito, un único criterio, una sola regla, un solo libro, un solo maestro etc. Es decir, un centramiento hacia lo unificado.
El primer camino es como ir por la selva tupida con un machete, vas abriéndote camino hasta llegar al claro. Requiere por supuesto además de la ayuda de la gracia, cierta fuerza de ánimo y una determinación que no vacile ni se asuste, ante los fantasmas que espantan con susurros de vacío, de soledad o de sin sentido. El segundo camino es como el de aquel que es guiado por una estrella muy brillante despuntando en el horizonte. A todo lo demás no lo ve y solo mira el lucero. No se preocupa de nada, ni de la noche ni de lo que pudiera esconder la espesura. Su fuerza está en mantener la dirección y la atención en la luz clara que le atrae y lo orienta.
El tercer camino consiste en atender a lo quieto que permite el movimiento, o al espacio que permite a las cosas diferenciarse como tales, o al silencio de fondo que da a luz todos los sonidos. También podría decirse, atender a la sensación que tienes antes de cualquier sensación, es lo mismo. Más allá del sentido que prefieras, siempre hay un algo previo que hace de fondo para que aparezca una «forma». Siempre hay un observador que mira o un escuchador que escucha o un sentidor que siente.
Bien, ese que recibe todos los estímulos descansa en algo que lo sostiene en el Ser. Ese es el divino silencio que es lo único que buscamos. Es como la respiración del Padre, que estaba encima de las aguas primordiales cuando el mundo todavía no existía… (Génesis 1, 2)
Queridas hermanas/os en Cristo Jesús, este próximo miércoles 4 de octubre a las 19 hs. de España, 14 hs. de Argentina y equivalentes, será la 9º clase del curso de mística cristiana que estará a cargo de Sara Sieira Mucientes y tratará sobre «Margarita Porete y el espejo de las almas simples» El encuentro será, si Dios quiere, en el mismo enlace que usamos para las oraciones diarias. https://us02web.zoom.us/j/88619724529
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Qué belleza!!!