La paz del corazón
Poner Luz a un proyecto requiere ilusionarse desde lo más profundo del corazón. Requiere también tener la certeza de que lo que compartes es bueno, hace bien. Y desde ahí, desde lo que nos hace bien, poder compartir en el blog del Santo Nombre otra forma de oración, meditación, vida.
Hay muchos métodos de oración y meditación. Me atrevería a decir que tantos como personas. Cosa lógica, porque cada Alma encuentra su forma de diálogo con Dios. No es algo que elegimos, sucede sin más. La mayoría de las veces conforme vamos avanzando en nuestro camino, las vivencias y experiencias que nos brinda la vida, nos hacen moldear la forma de orar. Lo cual me lleva a pensar que toda forma en sí misma es maravillosa porque nos es válida y buena en esa ocasión. No creo que haya niveles de oración y meditación. No es algo estático que pueda medirse.
La meditación es algo vivo como la respiración. En distintos momentos del día se da la que brinda el momento. La llave de la mejor oración la tienes tú mismo. Escucha al corazón en silencio y observa cual es la puerta que Dios abre para ti. Dicho esto, lo que proponemos es otra forma más. Formas, al fin y al cabo. Como se ha compartido muchas veces en Fenomenología, vivimos en un cuerpo rodeado de formas exteriores. Al interactuar con ellas nos surgen pensamientos y emociones. No sabría deciros si los pensamientos son primero y las emociones después o a la inversa. Lo que sí tengo seguro es que ambos son formas igualmente.
El Maestro Eckhart escribió algo que corta todo pensamiento: “Si aparece Dios, mata a Dios”. Analizando dicha frase, que nos impacta en sí misma, podemos intuir que el místico dominico apuntaba a un Dios con forma… a un Dios pensado. Entonces… el verdadero Dios no puede ser pensado… es vivido… es Verbo emanando cada instante. No podemos asirlo de ninguna forma, porque entonces no sería Dios, sería forma. Sólo siendo reverberará en nosotros como fuente viva.
Entrar en el Misterio así, sin más, en una oscuridad amenazadora donde no cabe el consuelo de las imágenes, palabras, formas, nos permite comprender la hermosura del Salmo 23: “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo” Cuando no tenemos donde agarrarnos se abre un precipicio ante nosotros que sólo seremos capaces de saltar si tenemos la confianza que Dios llena todo ese vacío. Ahí nos encontraremos con muchas emociones que nos moverán muy fuertes, pero nada temeremos porque todo se quemará en su Divino Amor. Este yo minúsculo y pegajoso será destruido por la Gracia.
Para que esto pueda darse en un instante, sólo en un instante, todo, absolutamente todo, se entregará a su Presencia. Hemos venido al mundo a sabernos suyos. Nada importa ya, pues todo es entregado: salud, dinero, emociones, pensamientos, análisis, rumias, familia, hasta la propia vida y así, como nos indica el Maestro Eckhart: “Al desaparecer yo es Dios el que tomará mi vida y la hará suya” o San Pablo, en su carta a los Corintios: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi”.
Por lo tanto, podéis intuir que todo lo anteriormente dicho nos conduce a una elevación del corazón como se apunta en el libro «La Nube del no saber». Eleva el Alma hacia la Nada donde la Luz se es vivida. Y aunque sólo se dé en un instante, será un Instante Santo lleno de Eternidad… sin principio… sin final …. será el momento en que “Todo se ha consumado”.
Aquí el enlace para la oración de silencio
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