La paz del corazón
… Esto esta en la raíz de nuestra constante agitación en pos de logros exteriores. Hay muchas cosas que realmente no se necesitan o actividades que tampoco son necesarias; que encuentran su explicación en esta función que cumplen de acallar el dolor interno que producen la carencias. La mente es la que constantemente busca cambiar de situación y la que nos impulsa para seguir siempre hacia adelante, buscando el momento siguiente, impidiéndonos permanecer en el presente.
La mente por cierto es un mecanismo que al detectar tensiones corporales, va tratando de poner las imágenes necesarias, en forma de proyectos o de diálogos, que aflojen esas tensiones del cuerpo. Es una función que no está porque sí, tiene su utilidad. Pero claro, en tanto nos identificamos con esta actividad de la mente, padecemos mucho. Si nos dejamos llevar por lo que ella dice, creemos que es esto o aquello lo que nos intranquiliza y ese es el principal engaño. Porque a poco que logramos esto o aquello, la agitación vuelve. Se trate de un objeto material, de una relación afectiva, de un cargo de privilegio o de un reconocimiento social… el ansia vuelve y una vez más se apodera de nosotros, tironeándonos hacia el futuro, acosándonos con su aguijón para que desesperemos de alcanzar este nuevo espejismo, que se supone, ahora si nos dará la felicidad buscada.
Dios vive en el interior del hombre. Dios, está con nosotros. Y esa presencia divina es la que colma todas nuestras ansias actuales y posibles. Pero para que esto no sea solo un algo dicho o una creencia más, es necesario aceptar que el problema esta en nosotros y no en lo exterior. Por difícil que parezca o resulte, mientras no me convenza de que “la perla” esta en mi casa y no en otro lugar, será imposible encontrarla.
Pero hermano, usted habla desde una experiencia personal, ¿Cómo hace quién no la tiene para encontrarse con ella?¿Cómo hacer para acercarse a esa experiencia de vivir en la presencia de Dios o a ese estado en el cual se percibe lo sagrado en lo cotidiano?
Antes de percibir la divina presencia en todo, es necesario advertirse a uno mismo en el momento actual. Darse cuenta de la propia presencia. La atención* es la herramienta que recomiendan los padres del desierto desde antiguo y que uno mismo puede comprobar como esencial a poco de iniciar estos trabajos. Así como sin la gracia no se puede nada; en lo que concierne a la participación personal en estas tareas de elevación del alma, sin atención no hay ningún avance. Se utilice un método u otro de oración, más allá de las variaciones en la ascesis personal o de la situación de vida, la atención es el aporte que podemos hacer y está en nuestra mano para facilitar y abrirnos a la llegada del Espíritu Santo. Si tú me preguntas por dónde empezar, te digo que por un hacer muy particular…
elsantonombre.org
Dos audios de nuestro canal en Youtube
Fabuloso el texto de
La propia presencia. Gracias🙏🏻
Hola Andrea! Nos alegra que te guste el texto. Al fin de cuentas nos vamos recordando todos lo que ya sabemos. Un abrazo, que la gracia te acompañe.
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Advertirse a uno mismo en el momento actual o darse cuenta de la propia presencia. He ahí la clave que necesitamos recuperar en primer lugar para no identificarnos con las imágenes que pasan por nuestra mente y en segundo lugar para encontrar la perla escondida de la presencia de Dios en nosotros. Creo que por ahí no hay pérdida.
Así es José. No me lo podía creer cuando una vez se me dijo que el problema no era que Dios no estaba presente en el mundo sino que era yo que estaba «en otro mundo» en la mente y no en el presente. Por ahí vamos… un abrazo en Cristo Jesús.
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