La paz del corazón
¿Tienes esperanza todavía en tu vida? Quiero decir, ¿crees en el advenimiento de Cristo en ti? ¿Aún eres de los que confían en la transformación profunda o metanoia? ¿Cuál es tu relación con aquello de la segunda venida del Salvador? ¿Lo aguardas solo allá afuera o concibes que su venida puede estar presente y evidente para ti si solo atendieras al lugar correcto? No vaya a ser el caso de que ha venido y viene en cada momento y simplemente no escuchamos su voz tranquila, silenciosa y amable, por estar acostumbrados a las estridencias.
Estamos tan anestesiados a veces que todo lo que es suave, humilde, acogedor y sin requerimientos se nos pasa desapercibido. ¿Has visto como las publicidades crecen en ruido, color y apariciones repentinas y originales donde menos lo piensas? Pues para llamar la atención de quienes vivimos sumidos en la divagación. El rumiar constante del «diálogo interno» nos cubre la percepción, nos adormece. ¿Por qué pasa esto? Debido a la carencia que tenemos de sentido y plenitud no dependientes.
Mientras para sentirme bien necesite de algo que sea exterior, estoy esclavizado. Todo lo que ocurre me va alterando, influyendo, afectando. Vivo saltando de un deseo al otro, cambiando de objeto anhelado, porque ninguno me llena por completo o solo por un breve momento. Esta cuestión del momento siguiente, que siempre estamos tendidos hacia «adelante» en el futuro en lugar de estar simplemente ahora mismo, nos muestra este automatismo, nos hace evidente un vacío interior.
Pero ¿qué hacer? ya que cuando voy hacia «adentro» en la oración, la meditación o intentos de contemplación encuentro inquietud o a lo sumo un consuelo que se esfuma apenas salgo de la quietud.
Lo primero es esto y es inevitable: hacerse conscientes de lo que buscamos realmente detrás de todas las actividades. Sean estas tareas banales, consumistas o santas y espirituales lo que buscamos es siempre lo mismo: la paz del corazón o la presencia de Dios en nosotros o un suave contento de sabernos hijos queridos y cobijados, libres de todo peligro real a lo que somos. Son diferentes palabras para decir lo mismo y se podría mencionar de muchas maneras. Pero lo que buscamos no es lo que parece que buscamos, en todo siempre lo estamos buscando a Él.
¿A quién buscas? ¿Qué es lo que quieres por sobre todo lo demás? La respuesta a estas preguntas nos marcará el tono del Adviento, una oportunidad para hacernos conscientes de lo único que amamos y anhelamos detrás de todas las apariencias.
La foto fue extraída de Cathopic
Carmelitas misioneras programa 2023
Pingback: Lista de textos del blog elsantonombre.org | Fraternidad Monástica Virtual
Tengo la certeza que el Espíritu Santo me va guiando hacia la luz, gracias por esta fraternidad
Muy lindo mensaje, inspirador, revelador que despierta cosas, personales para cada uno, en nuestro interior.
Estamos en el «tiempo del Espíritu Santo» en la historia del hombre, y el Señor se hace presente en nosotros y en todo ahora mismo, hasta en estas mismas palabras; presente en cada uno en cada momento en que «lo hacemos conciente» en nuestro espíritu. «El ES cuando yo soy, consciente».
Para eso debemos deshacernos de «todo»…… Y como dice el maestro Eckhart, deshacernos hasta del mismo dios en nosotros, para darle lugar al verdadero Dios, a la verdadera Divina Presencia.
Bendiciones.
Me parece precioso el mensaje y también la escultura de María que lo acompaña
El martes tengo la reunión con mi grupo de la parroquia y lo he mandado como texto para meditar pues pido a Jesús que se haga presente y con este texto va a ser una gran ayuda
Muchas gracias
Muchas gracias por esta reflexión. Toca la «causa» del asunto….