Listado de Prácticas sugeridas

Días 1 a 10

Ejercicios de 30 días con El Peregrino Ruso – 2020

Práctica día 1

En este primer día os recomendamos ni más ni menos que lo que el mismo peregrino nos sugiere: Recordar a Dios al observar cualquier manifestación, haciéndonos conscientes del don de la existencia. Cada vez que recordemos a Dios, invoquemos interiormente Su Santo Nombre con sentimiento de gratitud. Este agradecimiento en el secreto del corazón puede hacerse en todo momento y lugar. Apliquemos la fuerza de nuestra alma para ver a Dios en todo y todas las cosas.

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Práctica día 2

El ejercicio que proponemos hoy consiste en hallar un momento especial en medio de las rutinas cotidianas. La búsqueda de un espacio/tiempo que interrumpa el devenir por lo general automático de los aconteceres ya establecidos. Tanto en el trabajo como en vacaciones los hechos parecen sucederse con cierta prisa, sin espacio entre las distintas tareas, con una cierta agitación de fondo por conseguir, llegar, alcanzar, solucionar…

La presencia de lo sagrado, la irrupción de la gracia, el aroma de lo divino, necesita apenas de un momento. Hacer un alto, si es posible en una plaza, en un costado del camino, bajo aquél árbol o simplemente mirando por la ventana. Detener el incesante fluir y mirar un momento. En silencio. Tomar conciencia de la propia mirada, de uno estando allí mirando allá… y dejar que aparezca nuestro deseo de felicidad, de plenitud, de cobijo en Dios. Dejar que se eleve el anhelo de paz, de bienestar para todos. Invocar silenciosamente con todo el amor que nos sea posible, el Santo Nombre de Jesús.

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Práctica día 3

“Intenta con toda la atención y determinación de que seas capaz, de saludar secreta e interiormente a cada persona con la que te relaciones, invocando sobre él o ella el Santo Nombre de Jesús.

Así como habitualmente la gente se saluda con frases tales como… ¡Qué dice usted?”, “¿Cómo está hoy?”, “¿Qué tal?”, “Hola ¿Cómo estás? y así con otras similares, tu debes saludar en tu interior repitiendo el Nombre de Jesús en favor de ese semejante con quién te relacionas. Por fuera, saluda como todo el mundo, por dentro invocas la gracia divina para ese prójimo, conocido u ocasional y, al mismo tiempo, pides la luz para esa relación concreta…”

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Práctica día 4

Revisemos en algún momento del día, nuestra propia vida a la luz de esos párrafos. No hace falta que sea de modo exhaustivo o minucioso, más bien de manera silenciosa e intuitiva, como si tanteáramos en el propio corazón en pos de la verdad. Si uno mira eso que aparece en la profundidad del alma, si miramos de manera limpia y clara, resultará evidente aquello que nos falta poner de nuestra parte para permitir que la gracia transforme nuestra vida enteramente.

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Práctica día 5

Si fuera posible, leer el texto más de una vez durante el día. Preguntarse ¿Qué rasgo de mi persona es el que más me aleja del amor a Dios? Puede verse como un tipo de conducta, sentimiento o pensamiento; pero si preguntamos con sinceridad, la respuesta vendrá desde el fondo del alma. Pedir con fuerza la conversión en este aspecto específico de mi vida.

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Práctica día 6

En este sexto día de los ejercicios, vamos a repasar lo hecho en los 5 días anteriores, para no avanzar sin darle mayor profundidad a lo ejercitado.

Tratar a su vez de intensificar la práctica de la oración de Jesús en todo momento y lugar. De forma vocal, mental, como simple aspiración del corazón… mientras intentamos tener algunos momentos para repasar textos y prácticas de los 5 días anteriores. Un saludo fraterno invocando sin cesar El Santo Nombre de Jesús.

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Práctica día 7

Buscar un modo de estarse en la acción, con tranquilidad, orden y pulcritud general; poniendo especial atención en hacer bien aquello que toca hacer. Elegir especialmente una acción concreta en la jornada (cualquiera sea) y poner en ella lo mejor de uno; en el cuidado, la atención a los detalles y sobretodo el espíritu de unción y ofrenda a Dios de ese hacer concreto. Este momento elegido, en el que uno actuará con mayor lentitud que la habitual, es ideal para recitar mentalmente la oración de Jesús. Que El Santo Nombre acompañe este modo “ceremonial” de actuar, recordando a Dios como destinatario de todo lo que hacemos.

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Práctica día 8

Usemos la preocupación como señal de que hemos perdido el centro, de que hemos dejado de confiar en Dios, de que pretendemos ingenuamente ser los hacedores del universo. Cada vez que nos demos cuenta de la preocupación, reiniciemos La oración de Jesús en nuestro interior. Una y otra vez, sin dudar con perseverancia firme. Que el Nombre de Jesús sea nuestra ancla a la realidad. Que con cada repetición del Santo Nombre crezca el entregarse a los brazos amorosos del Padre universal, que muy bien sabe lo que nos conviene y cuando nos conviene. Un abrazo hermana/os, invocando sin cesar el Nombre de Jesús.

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Práctica día 9

Tratemos de imitar al Peregrino en la práctica que se comenta en el texto, sin forzamientos, por algunos minutos en el tiempo que encontremos disponible y según el impulso del Espíritu. Aquí el párrafo principal:

Para conseguirlo, miraba mentalmente a mi corazón, inspiraba el aire y lo retenía en mi pecho diciendo: «Señor Jesucristo», y lo espiraba añadiendo: «tened piedad de mí».”

Hay personas que rápidamente encuentran en esta forma de orar el lugar de la paz del corazón; otras lo encuentran dificultoso o nos les agrada atender al órgano cardíaco. No hay problema, para ellas recomendamos:

Sentarse en quietud con el cuerpo relajado y cómodo. Respirad varias veces de forma lenta y profunda, con suavidad. Llevad vuestra atención al fondo más pacífico del alma y desde allí con toda calma repetid mentalmente el Nombre de Jesús. Poco a poco, desatiende a la respiración y te quedas solo con el Nombre, una y otra vez, como si en Él te recostaras.

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Práctica día 10

Ya al despertarnos, iniciar invocando interiormente el Nombre de Jesús. Con suavidad, como si escucháramos una entrañable música de fondo. Luego, durante el día, cada vez que nos demos cuenta que el ánimo se aleja del simple contento, de la suave alegría; buscamos la sensación del amor, por todos bien conocida, y tratamos de aplicarla sobre la situación precisa en que nos encontramos. Es como si nos dijéramos Quiero amar esto que vivo en este momento, sea lo que sea, porque es Dios mismo el que me habla en cada acontecimiento”. Dejamos que brote entonces la cálida sensación de la gracia dulcificando la mirada.

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