La paz del corazón
Nada más experimentar con intensidad el amor de Dios, se comienza, mediante el sentido del Espíritu, a amar al prójimo. Es el amor que refieren todas las escrituras. Porque el afecto de la carne se disipa al menor pretexto que surge, al no estar vinculada al sentido del Espíritu.
Reteniéndolo con cuidadosa severidad en su interior, el Nombre consumirá todas las manchas en la superficie de su alma con un sentimiento poderoso. Tu Dios – dice la escritura- es fuego abrasador.